Cantante,
compositora, guitarrista. Elizabeth Cotten (1892-1987) -creadora de la clásica
canción "Tren de carga". Canción que hará en concierto por primera
vez a los 67 años y por el que ganó un premio Grammy en 1985 a los 93 años. Una
deslumbrante historia donde los años son lo de menos.
por Ricardo Lusso
El viaje nos lleva a Carolina del Norte, a un pueblo llamado Chapel Hill.
Allí residen actualmente unos 57.000 habitantes, está la sede de la universidad
estatal del mismo nombre -fundada en 1851- y su calle principal, para variar,
se llama Benjamín Frankin. Lugar de ideas progresistas, tradicionalmente demócrata,
con una población predominantemente blanca.
Fue el primer pueblo, en 1967, en implementar escuelas primarias
“integradas” a las que podían asistir niños blancos y negros. En 1968 fue
electo en Chapel Hill el primer alcalde afroamericano de la historia de los
Estados Unidos: Howard Lee. También la política demócrata atraviesa las calles
de esta pequeña ciudad. Un ignoto senador, John Reid Edwards, nacido en ella, fue
candidato a vicepresidente de John Kerry en las elecciones del 2004 y el mismo
Edwards compitió en la interna demócrata de 2008, que ganó Barack Obama. De
Chapel Hill es también el republicano Lloyd “Pat” McCrory, gobernador del
Estado hasta diciembre del año pasado, cuando perdió contra el demócrata Roy
Cooper.
También nació en Chapel Hill, aunque no se sabe muy bien en qué día de
qué año, Elizabeth “Libba” Cotten, que llegó a ser una de las mujeres más
famosas de los Estados Unidos, un ícono de la música blues/folk norteamericana. Alguno de sus cinco hermanos
dicen que respiró su primer aire allá por el invierno de 1892; otros no
acuerdan, y ubican su natalicio en el verano de 1893 o de 1895. Lo cierto es
que no existen actas de inscripción en ningún registro hasta varios años
después de su nacimiento. Para darse una idea: el primer censo oficial en ese
pueblo es de 1951. Se registraban entonces 7.152 habitantes.
Elizabeth transcurrió su niñez entre guitarras, cantos de góspel de la
iglesia bautista del lugar y trenes, muchos trenes que veía pasar a lo lejos,
entre las lomadas del verde y boscoso paisaje de Carolina del Norte. Allí,
junto a sus hermanos, aprendería a tocar
el banjo y la guitarra. Era un aprendizaje casi clandestino, porque una niña
negra y pobre estaba signada a seguir los preceptos canónicos de la santa
iglesia y los juicios de la sociedad blanca católica.
De todos
modos, la música y esos años de infancia la marcaron para siempre; es decir,
para el resto de su vida.
Elizabeth
Cotten Nevills, así se llamaba, se ganaba la vida entre los 12 y los 15 años
como empleada doméstica con un salario mensual que no superaba un dólar,
suficiente para después de mucho tiempo de ahorros comprarse su primer guitarra
por 3,75 dólares.
En el invierno
de 1910, con las últimas nevadas y las copas de los árboles despojadas
completamente de hojas, con un manto blanco que cubría las estrechas calles de
adoquines del Chapel Hill, Elizabeth se casó con Frank. Tenía 15 años. De ese
matrimonio nació una hija, a la que llamaron Lillie, cuando Elizabeth tenía 16
años.
El oficio de
comerciante de su marido hizo que su vida se desarrollara entre Chapel Hill, Washington y Nueva
York. Finalmente Frank decidió quedarse en Nueva York y allí instalaron un
negocio con local a la calle –una tienda de muebles- y vivienda. Durante
este tiempo Elizabeth llevó a cabo una serie de trabajos ocasionales,
principalmente trabajadora doméstica. Allí crió a su niña mientras asistía a su
marido en la tienda y limpiaba casas ajenas. La música fue la gran ausente en
ese periodo de su vida. El matrimonio duró 20 años. Tan pronto como
su hija se casó, Elizabeth y Frank Cotten se divorciaron. Ella se trasladó a
Washington y allí vivió con su hija y su yerno.
Elizabeth era muy
delgada, de voz suave. El trabajo con su ex marido le había dado la facilidad
del comerciante. Pronto consiguió un puesto de vendedora en la casa de muñecas
de las populares tiendas Lansburgh. Ahí su vida transcurrió durante varios años
sin muchos sobresaltos. En su vida doméstica, sus dotes musicales hacían el
disfrute de su hija, su yerno y, ahora, sus nietos.
Fue un sábado.
La tienda estaba abarrotada de gente y Elizabeth trajinaba con las ventas, los
empaquetamientos y el bullicio; niñas y niños en el local del quinto piso no
dejaban distinguir nada entre esa maraña humana de consumo. Ese día su vida
cambió.
Una clienta
que había ido al lugar con sus dos hijas compró algunas muñecas. La mujer era
Ruth Crawford Seeger, profesora de música y compositora de canciones populares
infantiles, de buena fama en el ambiente de música comercial; su marido,
Charles Seeger, también era un musicólogo conocido. En la confusión, mientras las muñecas eran empaquetadas, una de las
niñas, Peggy Seeger, se alejó de su madre y su hermana. Se perdió. La
desesperación abordó a los Seeger buscando a la pequeña Peggy. Luego de un buen
rato, Elizabeth encontró a la niña perdida y la devolvió a su
madre. Ruth siempre estuvo agradecida del feliz desenlace. La señora
Seeger se sentía en deuda con la amable compositora y le ofreció trabajo como
ama de llaves en la casa de su familia.
Elizabeth no
era amiga de cambios bruscos, y llevó bastante tiempo convencerla para que
aceptara el ofrecimiento. El matrimonio Seeger fue a buscarla varias veces
antes de aquella decisión. Elizabeth, finalmente, renunció a su puesto de ventas en Lansburgh y
aceptó la oferta. En aquellos días de finales de los años 40 comenzó
a trabajar para los Seegers, con quienes mantuvo una amistad de muchos años.
La primera vez
que la señora Cotten llegó a casa de los Seeger no podía dejar de observar la
cantidad de instrumentos musicales que la rodeaban. Un aire rejuvenecedor
rondaba su cabeza. Se sentía plena, nuevamente, a sus casi 57 años. Tomó su
lugar en una de las habitaciones de la casa y comenzó sus tareas.
La relación de
Ruth y su ama de llaves era afable. Elizabeth se sentía a gusto en esa casa. En
secreto se tomaba algunos momentos, cuando no había nadie en la sala de ensayos,
y tocaba la guitarra como lo había aprendido de niña, el legendario rasgueo
zurdo en una guitarra diseñada para diestros. “Libba”, como la llamaba la
pequeña Peggy, tocaba la guitarra y el banjo con "dos dedos" y
estilo de "tres dedos", que años más tarde fue su firma
musical. El "estilo Cotten" ya sonaba secretamente dentro de la
casa de los Seeger.
Un día, Libba
fue invitada por Ruth a participar en la compilación de una selección de
canciones populares para niños y en la enseñanza de sus propios hijos, Mike,
Peggy y Penny, sobre música popular. Libba enseguida se sumó y aprendió
junto con los niños. Elizabeth practicaba en la guitarra de Peggy cada vez
que podía y cantó algunas canciones para acompañar la música, a menudo en la
cocina y con la puerta cerrada. Un sábado, mientras los Seeger practicaban
su música y cantaban juntos, Libba irrumpió en la sala y dijo que quería tocar
la guitarra. Así, Los Seeger, por primera vez escucharon Tren de carga en su propia casa.
La importancia
y la posterior popularidad de ese tema se pueden remontar a su infancia en
Chapel Hill. El tren de ferrocarril y la música. Uno de los mayores
tributarios de Cotten, Ed Badeaux, dijo en una entrevista periodística: “Desde
sus inicios (...) se convirtió en un símbolo de libertad y aventura para la
gente común de América." De pequeña, Elizabeth y sus hermanos, a
diferencia de los Seeger, se reunían a tocar la guitarra o el banjo, y componer
sus propias canciones. Tren de carga
fue compuesta íntegramente por ella misma. Uno de los Seeger, Mike, que
bien conocía la historia, dijo alguna vez en el New York Times: “Se inspiró en gran medida por el paso del tren
cerca de su casa durante su infancia”.
Cuando hacía
diez años que Libba vivía con los Seeger ya era una más de la familia. Afinaba los
instrumentos y participaba de algunas actuaciones locales junto a los jóvenes.
Ella y Mike Seeger tocarían juntos en cafés y fiestas populares. Elizabeth,
junto a Peegy Seeger, recorrió Europa en 1959. Allí, particularmente en
Inglaterra, Tren de carga fue un
éxito, pero inescrupulosos empresarios registraron la canción y fueron a
litigio por los derechos de autor. Los tribunales laudaron a favor de Cotten.
En 1963, aquella
canción se convertiría en una de las melodías más populares de los Estados
Unidos.
A partir de
1957, a los 65 años de edad, hasta su muerte en 1987 a los 95 años, Elizabeth
Cotten grabó seis álbumes. Su primer disco, Canciones populares y melodías Negras, fue grabado en 1957
para Folkways Records. Otros tres de sus álbumes más conocidos son Elizabeth Cotten, volumen II: Shake Sugaree (1967); Elizabeth Cotten volumen III: Cuando me haya
ido (1975); y Elizabeth
Cotten Live! (1983) por el que ganó un premio Grammy en 1985, cuando
tenía 93 años.
Bien entrados
los años 70 realizó una gira por Estados Unidos con el mismísimo Taj
Mahal. Los últimos 20 años de su vida dio conciertos en universidades, salas de música y fiestas
populares a lo largo y ancho de los Estados Unidos, cuando ya era bisabuela.
También actuó
en la televisión y visitó decenas de escuelas a nivel nacional, patrocinada por
la Fundación Nacional para las Artes.
En 1978 actuó
en el Carnegie Hall de Nueva York, una de las salas de conciertos más
prestigiosa del mundo. A los 90 años de edad comenzó una gira nacional. El
recorrido se inició en Nueva York, donde abrió su recital con Mike Seeger. Era
el año 1983 y todavía le quedaban varios más para mostrar su arte.
Como dijo Ed
Badeaux: "Libba tenía la capacidad de expresar todo el patrimonio cultural
acumulado en una mezcla de góspel, ragtime y blues, a través de su juego".
Ahora, a casi
30 años de su muerte, Libba sigue cantando. Vean si no:
Referencias:
Lecturas complementarias sobre
Elizabeth Cotten
Baggelaar, Kristin, y Donald
Milton, Folk Music: más que una canción, Crowell, 1976.
"Por la vida Estos 'Jóvenes'
comienza en 80", en ébano, febrero de 1981, p. 62.
Harris, Sheldon, azules quién
es quién, Da Capo Press, 1979.
Lanker, Brian, yo sueño Un
Mundo, Stewart, Tabori y Chang, 1989, pp. 156-57.
Hitchcock, H. Wiley, y Stanley
Sudie, el nuevo diccionario de la arboleda de la música americana, Macmillan
Press, 1986, p. 515.
"Las mujeres ordinarios de la
gracia: Temas del Sueño una exposición Fotografía del Mundo", en el
US News & World Report, 13 de febrero de 1989, p. 55.
Sur, Eileen, Diccionario
Biográfico de los músicos afro-americanos y africanos, Greenwood
Press, 1982, pp. 85-86.
Lawless, Ray M., folksingers y
canciones populares en América, 2ª edición, 1965, pp. 504, 682-683.
Silber,
Irwin, y Fred Silber, Wordbook folksingers ', Oak
Publications, p. 63.
"Blues con un sentimiento",
en Guitarrista, noviembre de 1994, p. 152.
"Elizabeth Cotten a 90, más grande
que la tradición", en el New York Times, 7 de enero de,
1983 9 de enero de 1983, 30 de Junio, de 1987.
"Elizabeth Cotten, 95, tomó nota
de Folk Singer, Dies," en Jet, de agosto de 17 de 1987,
p. 18.
Badeaux, Ed, "Por favor, no digas
lo que estoy tren On", en Sing Out, septiembre de 1964,
pp. 7-11.
"La vida comienza a los 71 años
For NY doméstica," en Detroit Courier, 25 de de diciembre
de 1967.
Kohn, Martin F., "La dama del tren
de carga lleva sus canciones a la ciudad", en el Detroit Free
Press, 21 de de marzo de., 1977
Gerrard, Alice, "Libba
Cotten," en trastes 2, enero de 1980, pp. 26-29.
Reisner, Mel, "Maid gana el Grammy
Por último," en The Indianapolis Star, 1 de septiembre
de, de 1985.
Lane, Bill, "Pasado 80 y sigue cantando: Los octogenarios Sippie
Wallace, Elizabeth Cotten, y Alberta Hunter no dejan Edad retenerlos",
en SEPIA, de diciembre de 1980.