viernes, 21 de diciembre de 2018

Navidades paganas



por Alejandro Guerrero



Notablemente, en casi todos los templos católicos cuelgan en estos días carteles que dicen “Navidad es Jesús” ¿Qué sucede que necesitan recordarlo con tanta insistencia?
Si el cristianismo fue, al decir de Karl Kautsky, “uno de los fenómenos más gigantescos de la historia humana”,[1] solo el Iluminismo del siglo XVIII se asomaría a una indagación científica de sus orígenes y sentido. El historiador inglés Edward Gibbon, que dedicó más de cuarenta años de su vida (entre 1744 y 1788) a escribir una monumental “Historia de la decadencia y caída del imperio romano”, dice con una ironía finísima que, a pesar de sus milagros resonantes y del impacto social de sus andanzas terrenales, ninguno de sus contemporáneos menciona a Jesús.
Séneca (4aC-65), impulsor del estoicismo filosófico que puede considerarse parte fundante del corpus ideológico del cristianismo (la filosofía de la decadencia), era hombre obsesionado por los profetas de su tiempo y confeccionó una larga y minuciosa lista de los muchos predicadores que por entonces recorrían Palestina; pues bien, no hay en ella ningún Jesús.
Plinio el Viejo, gran astrónomo (Roma fue pobre en astrónomos y matemáticos), fue un estudioso de los eclipses y su mecánica, y los describe detalladamente en su “Historia natural” ¿Cómo pudo pasársele el oscurecimiento de tres horas que siguió inmediatamente a la muerte del Cristo?
La primera mención a la existencia física de Jesús se encontraba en “Antigüedades judías”, de Josefo Flavio —nacido en el año 37—, pero luego se comprobó que se trataba de un agregado fraudulento hecho mucho después por un copista cristiano, ofendido porque el texto no hablaba ni una vez del Mesías.
Aquellas indagaciones de la ciencia dieciochesca sobre el cristianismo continuaron y culminaron en el siglo XIX, el de la victoria y la consolidación de la revolución burguesa que, al cargar contra el feudalismo y los monarcas absolutos, debió emprenderla también contra el rey de reyes, el papa de Roma. Sería la presencia del proletariado la que interrumpiría esos aires anticlericales de los patrones decimonónicos. Esa presencia haría, como dice Engels, que los burgueses alemanes volvieran a ayunar los viernes y a sudar en sus reclinatorios mientras soportaban interminables sermones protestantes. Fue el marxismo, la ideología de la clase obrera, el encargado de retomar aquellas investigaciones sobre el cielo y la tierra, y desenvolverlas a fondo. Mucho les debemos, en ese punto, a estudiosos como Kautsky o Lucien Henri, entre otros.
Pero volvamos al “Navidad es Jesús”.
En el Evangelio de Lucas (2,8) se lee que en el momento de la natividad de Cristo “había en la región unos pastores que pernoctaban al raso y de noche se turnaban velando sobre su rebaño”. De modo que, aun si se aceptara que el personaje en cuestión nació alguna vez, eso no podría haber ocurrido en diciembre, cuando el rigor invernal hacía imposible que pastor alguno pernoctara a la intemperie o que velara en las noches para cuidar su rebaño.
Así las cosas ¿por qué la Navidad en diciembre?
Se debe señalar, en principio, que se vivían tiempos de crisis histórica. El esclavismo, que había construido civilizaciones maravillosas como Grecia y Roma, se agotaba aceleradamente. La expansión romana no podía proseguir sino muy costosamente y se detendría por completo en el segundo siglo; a partir de entonces no haría sino retroceder. Las grandes extensiones agrícolas, las latifundia, empezaban a encerrarse en sí mismas y a transformarse en feudos.
Levantamientos de esclavos, como el de Espartaco en el 44aC, terminaban en masacres atroces (por otra parte, los esclavos no tenían ningún modo de producción superior que ofrecer: su victoria tal vez los habría convertido en amos, pero no podrían haber creado una sociedad de hombres libres). El esclavismo cedía desde sus cimientos y nada progresivo se avizoraba en su reemplazo. Por eso su derrumbe provocaría una enorme regresión histórica, un milenio de oscurantismo, de miseria física, moral e intelectual. Bien venía, entonces, una religión que proponía el abandono de toda lucha, el aceptar el sufrimiento y esperar el reino de los cielos después de la muerte. Eso era el estoicismo y eso fue el cristianismo.
Aquí resulta indispensable señalar que el cristianismo primitivo, perseguido ferozmente, vinculado con una suerte de comunismo rudimentario, fue el grito confuso pero rebelde de los parias de Israel. Cuando el régimen de los Césares llegara a su ocaso final, sería el momento de la derrota definitiva de aquel cristianismo, que ya era otra cosa, opuesta a sus orígenes, en el momento en que Constantino lo declaró religión oficial del Imperio en el siglo IV. En ese momento, sin embargo, la Navidad aún no existía.
El avance de la barbarie cristiana sobre la civilización antigua fue arrasador. Atila fue poco comparado con el grado de destrucción de la espada, el fuego y la cruz de los cristianos contra una cultura a la que no podían asimilarse y, por lo tanto, necesitaban aplastarla. No obstante, 2000 años de civilización no podían suprimirse con el único recurso de la represión, por más brutal que fuera. Así, la festividad más importante del paganismo, las Saturnales que en diciembre celebraban el solsticio de invierno, el día del Soli Invictus en el que la Tierra retorna al Sol después de la noche más larga del año; ese día, en fin, sería la Navidad de los cristianos, en el que era, al decir del poeta Cátulo, “el mejor de los días”.
La Saturnalia empezaba con un banquete público el 17 de diciembre y duraba siete días. A ese banquete estaban invitados todos: nobles, plebeyos y hasta los esclavos, que por un momento dejaban de serlo y eran servidos por hombres libres e incluso por sus amos. Se hacían sacrificios en honor de Saturno, el dios de la agricultura, y se encendían velas y antorchas por el renacimiento (la natividad) del Soli Invictus (la entrada del Sol en la constelación de Capricornio, el solsticio de invierno). Era, además, el momento en que había terminado la siembra invernal, de modo que se estaba en un periodo de descanso. Se celebraba en un ambiente de carnaval, se comía, se bebía y se intercambiaban regalos. (Las Saturnalia empezaron en el año 217aC, seguramente para levantar la moral del pueblo después de la derrota romana contra los cartagineses en el lago Tresimeno).
No solo era la Roma que hablaba en latín. Toda la Europa antigua y más allá, compuesta por pueblos de agricultores, festejaban el solsticio de invierno a partir del cual los días volvían a alargarse. Persia honraba, el 24 de diciembre, el nacimiento de Mitra, la divinidad de la luz, un culto que Pompeyo, conquistador del Asia Menor, llevó a Roma en el siglo II antes de nuestra era. Mitra, dice la leyenda persa, mató al toro sagrado cuya sangre, al mojar la tierra, hizo surgir todas las plantas y todos los animales. Mitra lleva un gorro frigio y se la representa en el momento de matar al toro con un cuchillo largo (algunos sostienen que las corridas de toros encuentran su origen ancestral en el culto a Mitra).
La primera mención comprobada al nacimiento de Jesús se lee en el Calendario Philocalus, del año 345. Allí se dice que el 25 de diciembre es Dies natalis Soli Invicti. En él se ponen a la par los nacimientos de Mitra y de Jesús.
En definitiva, el solsticio de invierno, que en el hemisferio norte dura del 25 de diciembre al 6 de enero (la Epifanía cristiana) fue la fiesta más importante de los pueblos indoeuropeos, y sobrevive hasta hoy en todas las culturas creadas por ellos (los carteles “Navidad es Jesús” son un intento inútil, casi patético, de continuar la lucha de 2000 años contra el paganismo). La Navidad empezó en la Europa suroriental del siglo IV, en la que confluían tradiciones griegas, egipcias, judeo-cristianas y otras del Oriente próximo. En las culturas de celtas, germanos e indios védicos esos eran los días en que se comunicaban el mundo de los muertos con el de los vivos, cuando se anunciaba el retorno del Sol y el renacimiento de la vida, que no muere con el frío invernal y reverdece en la primavera, en la Pascua.
Se trataba, en fin, de un rito pagano imposible de suprimir por la sola represión; por eso se lo coopta, se lo integra como hicieron los incas con las deidades de los pueblos que conquistaban y sojuzgaban. No fue sencillo. A tal punto no fue sencillo que todavía San Agustín (354-430), en sus Sermones, les pide a sus contemporáneos que el 25 de diciembre no adoren solamente al Sol y que recuerden también el natalicio de Jesús. No lo lograron nunca, y hasta hoy tienen que poner en los templos que “Navidad es Jesús”, lo cual, por otra parte, de ningún modo es así.
Fue, según parece, en el año 345 cuando Juan Crisóstomo y Gregorio de Nancieso incorporaron las Saturnales al rito cristiano-romano, y fundaron la Navidad para furia de los cristianos de la Mesopotamia, que los acusaron de idolatría pagana. Todavía durante el reinado del emperador Honorio (395-423) la Navidad se celebraba el 25 de diciembre solo en la Iglesia occidental, mientras la oriental aún festejaba la natividad en Epifanía, el 6 de enero.
Solo en el año 440 la Iglesia decide oficialmente conmemorar el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre; y será fiesta obligatoria recién en 506, por resolución del Concilio de Agde. Pero habría que aguardar hasta 529 para que el emperador Justiniano lo declarara día festivo.
Como se ve, el rito pagano de Saturnalia, con sus banquetes y sus regalos, no se suprimió jamás y aún hoy se celebra. En el siglo VII, Gregorio Magno quiso “cristianizar” la Navidad y pidió que se hicieran ayuno y penitencia en Adviento (las cinco o seis semanas previas a la Navidad), pero fracasó: su orden se derogó en 1918 sin haber regido nunca, salvo en una porción de la Iglesia oriental.
El intercambio de regalos propio de Saturnalia está representado por Santa Claus, que es en verdad el dios germano Thor, el más alegre, el que protegía los hogares que le consagraban un lugar especial en los altares caseros. Thor descendía por las chimeneas para encontrar su elemento: el fuego. Eran también las fiestas paganas de Jul, a fines de diciembre, cuando se plantaba frente a la casa un abeto adornado con pequeñas antorchas y cintas de colores: el árbol de la Navidad.
Por cierto, develar el origen de la Navidad (del cristianismo) no suprime el hecho de que “la angustia religiosa es al mismo tiempo expresión del dolor real y la protesta contra él. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo descorazonado, tal como es el espíritu de una situación sin espíritu. Es el opio del pueblo” (Marx, “Crítica a la filosofía del derecho de Hegel”). No los suprime, como el cristianismo no suprimió los ritos paganos por más que cuelguen carteles en las iglesias. La inexistencia física de Jesús no suprime tampoco su incuestionable existencia social, una construcción histórica de veinte siglos. Pero, en cambio, permite advertir cómo los hombres, según el modo en que producen su vida material y social, crean sus dioses a su imagen y semejanza. Los socialistas luchamos por un mundo sin suspiros de criaturas oprimidas porque toda opresión se habrá eliminado, un mundo sin miserias infames que necesiten buscar en fantasmas etéreos el clamor de la desesperanza. En el que ningún patrón ensotanado pueda amenazar a nadie con los fuegos del averno.
Cuando no haya amos en la tierra los cielos se verán libres de dioses.
[1] Kautsky, K.; “Orígenes y fundamentos del cristianismo”; en http://www.nodo50.org/ciencia_popular/articulos/Cristianismo.pdf

lunes, 17 de diciembre de 2018

Violación




por Laura Trombetta





Papá dice que soy su Reina.
Que es un secreto entre los dos.
Cuando estamos solos él me besa como a mamá.
A mí no me gusta, pero dice que todos los padres lo hacen.
A veces me toca ahí, y eso no me molesta, pero dice que es nuestro secreto y que todos los papás deben hacerlo con sus hijas.
Pero hoy me dijo que debía sacarme toda la ropa, al igual que él, que íbamos a jugar a ser como en la tele.
Me llevó a la cama y comenzó a tocarme, ahí abajo.
Dijo que a todas las mujeres  les gusta.
Pero a mí no.
¿Será que no soy mujer?
Soy chiquita, me dijo que cuando me venga la regla voy a tener un hijo de él.
Y lo vamos a querer y cuidar, como el de la Negra.
Pero ella no quiere decir quién es el padre.
Mamá se enojó mucho y le gritó a papa, pero él le pegó una bofetada y ella se calmó.
Después nadie volvió a hablar.
En la cama él se desnudó, y me mostro su pito.
Y me dijo: “Con esto te voy a hacer un machito”
Me metió sus dedos ahí abajo, y me dijo: “Viste estas recaliente”
A mí me dolió, y grité.
Se enojó y me tapó la boca con su mano.
—Callate, pendeja de mierda…
Y ahí sentí que me metía su pito.
—Así… así…  —decía.
Cerré los ojos, pero seguía doliendo.
Y de golpe me dio vuelta…
Y sentí que me dolía  más

Y él: “Qué culo hermoso, vale mil pajas”
—¡Papá me duele!
—Callate pendeja de mierda.
Volvió a taparme la boca.
Y de golpe se quedó quieto…
Se levantó, y me quede en la cama, sola…
—No tenés  que contarle a nadie, si no te cago a palos, calentona de mierda.
Y se fue…
Me quedé en la cama, llorando…
Al rato entró mamá, y me dijo. “Vestite pelotuda y andá a lo de la Mary a pedirle que te fíe un kilo de harina”
Me di cuenta de que tenía sangre entre las piernas.
Me vestí despacito y cuando salí de la pieza papá estaba tomando su cerveza con sus amigos.
Cuando pasé a su lado hablaban del siguiente trabajo.

miércoles, 12 de diciembre de 2018

A 100 años del asesinato de Rosa Luxemburgo (nota 2)


El oportunismo en la socialdemocracia




por Alejandro Guerrero



Rosa Luxemburgo tenía 19 años cuando el entonces canciller alemán, Otto von Bismarck, derogó la llamada “ley antisocialista”, que permitió al SPD tener vida legal, presentarse a elecciones y conseguir, cada vez en mayor número, diputados en el Reichstag. Rosa siempre vio con desconfianza esa actividad parlamentaria del partido, al que veía crecientemente domesticado. Pero vamos por partes.
Bismarck tenía su mayor preocupación interna en el crecimiento del socialismo (al punto que en 1871 concedió una tregua a Francia, con la que estaba en guerra, para que pudiera aplastar a la Comuna de París). Así fue que en 1878 dictó una ley de excepción que prohibía la existencia de los partidos socialistas —los obligaba a pasar a la clandestinidad— y ponía severísimas restricciones al funcionamiento de los sindicatos. Sin embargo, sus medidas no tuvieron el resultado esperado y el socialismo continuó su desarrollo. También aumentó la fuerza de las organizaciones sindicales. El asunto tenía su lógica férrea, porque desde la década de 1860 Alemania registraba un desarrollo industrial acelerado y, en consecuencia, una fuerte concentración proletaria contra la que no sirvieron los sindicatos amarillos creados por la patronal. Ese desarrollo derivó en la creación del Partido Socialdemócrata de Alemania en 1863, un año antes del surgimiento de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) o I Internacional.
Ante tal panorama, Bismarck entendió que el problema que le presentaba el movimiento obrero no podía solucionarse con la simple represión y dictó algunas reformas en favor de los trabajadores. Esas reformas, por otra parte, intentaban poner algún límite a una superexplotación que ya atentaba contra la reproducción misma de la fuerza de trabajo.
No obstante, las luchas obreras prosiguieron hasta culminar en una poderosa huelga general en 1889, mientras otra huelga de los mineros del Ruhr era fuertemente reprimida. En 1890 la ley de proscripción al socialismo había perdido todo sentido y fue derogada.
El desarrollo parlamentario de socialismo fue casi aluvional, y llegó a sobrepasar el millón de votos. En este punto resulta obligatorio detenerse. Marx había considerado siempre progresiva la unidad de Alemania, porque ello contribuiría a completar allí una revolución burguesa necesaria al desenvolvimiento de la clase obrera. Uno de los fundadores del socialismo alemán, Ferdinand Lasalle, llegó a respaldar a Bismarck porque el canciller promovía esa unidad. Tal posición condujo a Lasalle a un choque definitivo con Marx, quien sostuvo que se debía defender a los trabajadores del Estado prusiano y no al represor Bismarck.
Aquellas posiciones de Lasalle resultan del mayor interés, porque en ellas se advierte el origen del reformismo parlamentarista en las corrientes socialistas. Contra ese reformismo lucharía Rosa Luxemburgo intransigentemente durante toda su vida.
Lasalle sostenía que la humanidad estaba regida por oportunidades ajenas al control de los individuos y, por eso, el Estado debía hacerse cargo de la producción y distribución de bienes. En lo inmediato, Lasalle sostuvo las consignas del sufragio universal y las asociaciones de productores subvencionadas por el Estado. En su juventud había integrado la Liga de los Justos, devenida en Liga de los Comunistas después de los acontecimientos revolucionarios de 1848. En ellos Lasalle tomó parte activa y entabló una gran amistad con Marx, rota de la forma en que ya se dijo. Fundador también de la Asociación General de Trabajadores de Alemania (ADAV), fue promotor de la fusión de esa organización con la socialdemocracia, que se declaraba marxista. El programa surgido de esa fusión, el Programa de Gotha, fue duramente criticado por Marx y Engels por las concesiones que hacía, precisamente, a las ideas de Lasalle. Como se ve, las luchas internas dentro del socialismo ya se desenvolvían en plenitud.
En medio de esas luchas comenzó su actividad Rosa Luxemburgo. En 1893, con Leo Jogiches y Julián Marchiewski (Julius Karski) fundó el periódico “La Causa de los Trabajadores” (Sprawa Rabotniza), en oposición al nacionalismo del Partido Socialista polaco. Una Polonia independiente, sostenía Rosa, sólo podía surgir de una revolución proletaria en Alemania, Austria y Rusia. Por lo tanto, correspondía luchar contra el capitalismo y no por una Polonia independiente. En esa línea, llegó a desechar el derecho a la autodeterminación nacional. Ése sería uno de sus puntos de polémica más álgidos con Lenin.
Aunque Luxemburgo vivió casi toda su vida adulta en Alemania mantenía su condición de principal teórica y dirigente del partido polaco junto a Jogiches, su gran organizador. En 1898 Rosa obtuvo su ciudadanía alemana al casarse con Gustav Lübeck y se mudó a Berlín. Allí organizó el ala izquierda del SPD, ya en lucha abierta contra el llamado “padre del reformismo”, Eduard Bernstein. Bernstein sostenía que por su propio desarrollo, y con un poderoso movimiento obrero y sindical que impondría medidas más importantes cada vez, el capitalismo transitaría gradualmente hacia el socialismo en un proceso pacífico.
Rosa intervino en esa polémica con uno de sus libros más conocidos: “Reforma o revolución”.

martes, 4 de diciembre de 2018

De Boca Antifascista


LA FINAL QUE NOS ROBARON

La siguiente es una declaración de la la agrupación "Boca Antifascita" sobre los incidentes del sábado 1° y el domingo 2 en el estado de River, donde debía disputarse la final de la Copa Libertadores.







“Los que no están preparados son los que nos gobiernan y el único “acto de responsabilidad” del tándem Angelici – D’onofrio es con los negociados que le brindan las finales. Ambos promueven la reventa de entradas a sus barras adictas, dejando a los trabajadores (que sostienen a los clubes mes a mes) una vez más, mirando las finales por la T.V.” (…) “En síntesis Angelici y D'onofrio son coherentes con su clase social y actúan como empresarios: privilegian la ganancia de unos pocos por sobre las aspiraciones de millones de hinchas.” BOCA ANTIFASCISTA, publicado el 7 de Noviembre de 2018.

Crónica de una entrega: Zona liberada y Represión



El sábado pasado, el micro que trasladaba a Boca Juniors al estadio de River Plate fue apedreado en los ingresos por bandas de lúmpenes identificados con el equipo millonario, hiriendo a algunos jugadores de Boca. Este hecho fue, sin dudas, una "entrega" indisimulada por parte de las fuerzas represivas. Esto no sorprende, es una práctica constante para los visitantes en cada cancha del fútbol argentino y en cada barrio para favorecer el delito. Lo que sí resulta novedoso, en este caso, es que al estar vedado el público visitante, el modus operandi se desarrolló con el plantel profesional y fueron los jugadores los que sufrieron lo que normalmente padecemos los hinchas domingo a domingo: las zonas liberadas. No contentos con haber provocado la suspensión del partido, al retirarse los hinchas de River, desataron una brutal represión contra ellos.

Ni falla ni inoperancia: Interna y Connivencia



Del operativo conjunto participaron: Gendarmería Nacional, Prefectura y estuvo a cargo de la Policía de la Ciudad, quienes “escoltaron” al plantel visitante. Nótese que la Policía Federal quedó excluída pero sus ex agentes participaron como parte de la “nueva policía” de Larreta. Es necesario recordar que el traspaso compulsivo de miles de efectivos de la PFA a la órbita de la Policía Porteña, generó una resistencia por parte de los federales debido a que perdían cuantiosas sumas de dinero. Esta interna de servicios, que fue expuesta incluso con actos frente a la Legislatura, seguramente influyó en la “falla de seguridad”, eufemismo con el que Marcos Peña, intentó justificar el deficiente operativo. Otro elemento es el allanamiento, unos días antes, de la casa del “Caverna” Godoy, jefe de la barra de River, donde se encontraron 300 entradas válidas para la final y 7 millones de pesos. El “vuelto” por dicho allanamiento, está a la vista: se trató de una zona liberada pactada entre la yuta y la barra de River para que el partido no se juegue. No sería la primera vez que sucede una actuación en común entre barras y policías.
Días posteriores se halló en el Monumental, una máquina duplicadora de tickets y se utilizaban datos de estudiantes de la UBA para su confección. Como se desprende de todo ello, D’onofrio es parte del negociado millonario a pesar de que jura por sus hijos “no conocer a la barra”. Sucede lo mismo que en Boca, las dirigencias recaudan millones gracias a los negociados que mantienen con sus fuerzas de choque.

Acción Independiente de los Trabajadores



Ante esto, la reacción de los medios fue cómplice con la agresión y se alineó tras el discurso patronal del “show debe continuar” anunciando un nuevo horario para la final, conforme avanzaba el día. Pero ni Angelici, ni D’onofrio ni Fox, contaban con la resistencia de los trabajadores del deporte: jugadores y cuerpo técnico se negaron a trabajar en esas condiciones y salieron al cruce denunciando la instigación que recibían por parte de la Conmebol y sus propios empleadores. Por el lado de River, también advirtieron que no jugarían de esa forma. La reacción de los hinchas no se hizo esperar, primero yendo a la clínica Otamendi donde se encontraban 2 de los jugadores agredidos para apoyarlos y sobretodo repudiando a Angelici vía redes sociales (el #AndateAngelici y el #RenunciaAngelici fueron y son tendencia mundial). Esta acción independiente y de rebelión hacia su patrón, fue esclarecedora y permitió que millones de hinchas apuntaran a los verdaderos responsables: dirigentes, policía, empresas y ministros.
Tal fue la presión de jugadores e hinchas, que el tándem Angelici-D’onofrio, había dado su palabra y puesto la firma para asegurar que el partido se jugaría al otro día, pero tuvieron que soportar otra negativa 24hs después. Como muestra del repudio, en el hotel donde concentraba el plantel, las canciones ya no estaban dirigidas al eterno rival sino a la propia dirigencia de Boca: “Angelici botón, Angelici botón..” y “La Conmebol, la Conmebol..” fueron los hits del Domingo.
Este es el método que defendemos, si los trabajadores actúan de forma independiente, pueden torcer el brazo de sus patrones. Sin importar cuan poderosos sean ni la presión de las grandes empresas ni la ausencia de su propio sindicato (totalmente integrado a las dirigencias del fútbol).
Crisis y guerra de camarillas: Todos Expuestos
Además de sacar a la luz el gran negociado económico que gira entorno a esta final (derechos televisivos, reventa, operativos de inseguridad, etc) también se desató una guerra de camarillas entre los diferentes sectores que se reparten la torta del fútbol, provocando hasta la intervención de Mauricio Macri. En frases como la de D’onofrio: “hablé con Angelici para que use sus influencias en la justicia y no clausuren el Monumental” (cosa que efectivamente ocurrió) se refleja la corrupción y los arreglos que existen. Además, expuso la relación directa entre la dirigencia de River con la barra y el fraude con las entradas (al igual que en la ida). También a la Conmebol, que se maneja como un apéndice directo de CEOs empresariales y actúa con un criterio diferente según le convenga.
Es decir, los “hechos violentos” (que desde los medios siempre son imputados al hincha genuino y nunca a las mafias ni a las fuerzas de represivas), no han “manchado el futbol”, al fútbol lo manchan los empresarios que lo manejan. Y fue la acción independiente del plantel de Boca, la que expuso las presiones de dirigentes, representantes de Conmebol, empresarios de la TV, la FIFA y hasta de la terna arbitral.
Queda claro: lo único que realmente les importa es la ganancia, aún sobre la salud de los trabajadores, (jugadores e hinchas), aún sobre las leyes y los reglamentos existentes, aún sobre la voluntad de miles de socios, aún sobre el “espíritu deportivo”. En otras palabras, se cagan en millones de hinchas para favorecer el negocio de unos pocos.

La Copa Conquistadores de América



La incapacidad para organizar la final en la cancha de River por parte del Gobierno, los dirigentes, la confederación y la policía, habilitó una subasta sin precedentes de la final. Decenas de empresas se ofrecieron como posibles organizadoras poniendo a disposición estadios a lo largo y ancho del planeta. Por supuesto que nuestros dirigentes no se opusieron a esto en ningún momento y esperaron sentados al mejor postor.
También fue la oportunidad para que los titulares de Conmebol cumplan su sueño: una final única en cancha neutral. Que sea España la sede elegida es el síntoma de que el régimen de camarillas que conduce el deporte continental nos lleva de la mano al precipicio y que el “modelo europeo” no es otra cosa que el anhelo cipayo de agigantar sus negocios.
Los verdaderos perjudicados de esta estafa son los hinchas que viven de su trabajo, quienes no podemos acceder a los desorbitantes precios de entradas ni a viajes al extranjero (mucho menos fuera del continente), en un contexto de ajuste sin precedentes.
Nos han robado el sueño de la final, pero existe una salida para que no terminen de robarnos el fútbol: organizarse y recuperar los clubes en manos de sus hinchas.
- RENUNCIA DE ANGELICI Y ASAMBLEA DE SOCIOS Y NO SOCIOS PARA REORGANIZAR AL CABJ SOBRE NUEVAS BASES.
- FUERA LAS BARRAS DE NUESTROS CLUBES Y TODOS SUS CÓMPLICES.
- SOLIDARIDAD CON LOS HINCHAS DE RIVER REPRIMIDOS E INJUSTAMENTE DETENIDOS EL FIN DE SEMANA.
- ABAJO LA CONMEBOL DE LAS EMPRESAS.
- QUE SE JUEGUE LA FINAL EN CANCHA DE RIVER Y CON PÚBLICO.
- NO AL MODELO EUROPEO CIPAYO Y ANTIOBRERO.

lunes, 3 de diciembre de 2018

A 100 AÑOS DEL ASESINATO DE ROSA LUXUMBURGO (nota 1)



Contra un cadáver hediondo






por Alejandro Guerrero





“Desde el 4 de agosto de 1914 la socialdemocracia alemana es un cadáver hediondo”;[1] con esta máxima entrará el nombre de Rosa Luxemburgo en la historia del movimiento obrero mundial. Mientras tanto, en el patio trasero del movimiento obrero, en el estiércol, gallinas como Paul Levi,[2] Scheidemann,[3] Kautsky[4] y toda su cuadrilla seguirán cacareando sobre los errores de la gran comunista. A cada uno lo suyo”.

(Vladimir I. Lenin, sobre la muerte de Rosa Luxemburgo)


Desde muy temprano Rosa Luxemburgo conoció la represión, como que había nacido bajo la bota rusa en el Zarato de Polonia[5] el 5 de marzo de 1871.
Su padre fue un comerciante en maderas, Eliasz Luxemburg, y su madre Line Löweintein. Se trataba de una familia de polacos judíos, de modo que desde muy pronto Rosa conoció el horror de los pogromos. Además, un defecto de crecimiento y una dolencia en la cadera la dejaron con una renguera permanente. Los pogromos no abundaban tanto en Varsovia, de modo que allí marchó la familia en 1880 y Rosa ingresó en el liceo. Allí, a sus 15 años, se incorporó a “Proletaria”, un partido polaco de izquierda que había sido fundado en 1882. “Proletaria” fue trágicamente desbaratado poco después, durante una huelga general: cuatro de sus dirigentes fueron condenados a muerte y otros se reagruparon en la clandestinidad. Rosa se incorporó a uno de esos agrupamientos clandestinos.
En 1887 se recibió de bachiller con notas sobresalientes, pero debió huir a Suiza por una orden de captura contra ella. Comenzó a estudiar en la universidad de Viena, donde se vinculó con Anatoli Lunacharsky —primer Comisario de Instrucción Pública del gobierno bolchevique, fue un impulsor del “arte proletario” y el “realismo socialista”; en 1933 se lo designó embajador en España pero falleció antes de asumir el cargo— y a Leo Jogiches, un gran organizador.
Mientras tanto, Rosa estudiaba en Viena filosofía, historia, ciencias políticas, economía y matemática. Se especializó en teoría del Estado, Edad Media y crisis económicas y de intercambio.
En 1893 Rosa y Jogiches fundaron el Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia (SKPD), más tarde Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia y Lituania (SDKPIL). Rosa y Jogiches tuvieron una relación amorosa que perduró durante todas sus vidas, aunque nunca pudieron convivir. Jogiches fue, al igual que Rosa, miembro fundador de la Liga Espartaquista luego de la ruptura de la socialdemocracia alemana. Después del asesinato de su mujer, fue también él asesinado en marzo de 1919 mientras investigaba los crímenes contra Rosa y Liebknecht.
Ya llegaremos a los acontecimientos de 1919 que terminaron con esos asesinatos. Adelantemos ahora que el levantamiento de enero de ese año se hizo contra las posiciones de Luxemburgo, que de todos modos lo acompañó. Aquella insurrección frustrada fue vencida por el ejército pero sobre todo por los felkorps, una organización de paramilitares reclutados por la República de Weimar después de la desmovilización posterior a la guerra, con la complicidad abierta del Partido Socialdemócrata. Centenares de militantes y activistas fueron encarcelados, torturados y asesinados por aquel grupo de choque que empezaba a preparar la llegada de Adolf Hitler.
Sí, eran un cadáver hediondo.


[1] El 4 de agosto de 1914 comenzó la I Guerra Mundial, llamada entonces La Gran Guerra, que involucró a casi todos los países de Europa en medio de una ola de euforia, mezcla de patrioterismo y xenofobia, en todos ellos. Ese día, por pedido del emperador Guillermo II, de la casa Hohenzollern, el Reichstag (parlamento) alemán votó los créditos de guerra solicitados por el gobierno para la inmediata movilización de las tropas. Todos los partidos votaron en favor de esa demanda, incluidos los diputados del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), opuesto hasta entonces a la guerra por considerarla una matanza de trabajadores en defensa de los intereses imperialistas de cada nación. Karl Liebknetch, férreo opositor a la guerra, votó en favor de los créditos por “disciplina partidaria”, cosa que Rosa Luxemburgo le reprochó en términos durísimos. El PSD tenía entonces 1 millón de miembros. “El voto del 4 de agosto ha quedado registrado como una de las experiencias trágicas de mi vida”, diría Trotsky. Lenin añadió: “La II Internacional ha muerto, vencida por el oportunismo”.
[2] Paul Levi (1883-1930), dirigente del SPD y luego del Partido Comunista (KPD), su líder desde el asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknetch en enero de 1919. Expulsado del PC por hacer públicas sus tácticas, se integró al Partido Socialdemócrata Independiente (USPD). Finalmente volvió al SPD cuando este partido ya se había derechizado por completo.
[3] Philipp Scheidemann (1865-1939), primer canciller de la República de Weimar que determinó el principio del fin de la revolución alemana de 1918/1919. Diputado desde 1903, fue el líder de la mayoría belicista del partido junto con Friedrich Ebert. Cuando los socialdemócratas fueron incluidos en el gobierno durante la regencia del príncipe Maximiliano de Baden en noviembre de 1918, Scheidemann fue incluido como ministro sin cartera, en la práctica jefe de gobierno. Días después, el 9 de noviembre, el príncipe dimitió y el nuevo gobierno, conducido por Ebert, propuso instaurar una monarquía constitucional. Entonces Scheidemann proclamó unilateralmente la República desde un balcón del Reichstag, temeroso de que se produjera una insurrección de obreros y soldados en Berlín.
[4] Karl Kautsky (Praga, integrada entonces al poderoso imperio austro-húngaro, 1854; Ámsterdam, 1938). Destacado teórico marxista, volveremos a encontrarnos con él varias veces en el curso de estas notas.
[5] Zarato o reino de Polonia o Polonia rusa. Fue creado en 1815 por el Congreso de Viena, que constituyó la Santa Alianza inmediatamente después de la caída de Napoleón Bonaparte. El Zarato fue en buena parte sucesor del Gran Ducado de Varsovia, instaurado por Napoleón en 1908 para restablecer el Estado polaco, siempre partido y repartido. Aplastado militarmente el levantamiento polaco de 1830, el país fue integrado al imperio ruso hasta 1915, cuando quedó en manos de Alemania durante la Gran Guerra.