martes, 3 de septiembre de 2019

Un poema de Lenin




por Alejandro Guerrero



Sin título, es el único poema conocido de Lenin. No figura en ninguna edición de sus obras completas. Publicado por la revista Crisis en 1973, es la traducción de Waldo Rojas de una versión francesa de Gregoire Alexinsky, militante bolchevique y diputado a la Duma. Fue escrito en la primavera de 1907, cuando el revolucionario ruso se encontraba refugiado clandestinamente en  Finlandia. Allí tuvo largas conversaciones sobre literatura, poesía y revolución con Alexisnsky, quien usaba el apodo Piotr Al para sus salidas al extranjero. El poema debió publicarse en la revista ginebrina Radugua (Arcoiris), que dejó de aparecer antes de que la poesía pudiera conocer la imprenta. Lenin decidió firmarla simplemente: “Un ruso”.
Como puede verse se trata de un texto agitador, por tanto contrario hasta cierto punto a la idea que Lenin —también Trotsky— tenía de la literatura. Lenin sostenía que no debía haber una literatura específica para obreros ni que la literatura debiera cumplir un papel específico en la agitación revolucionaria. Por el contrario, sostenía que los trabajadores debían adquirir la cultura necesaria para leer e interpretar la literatura a secas.
Entre 1908 y 1911 Lenin publicó algunos trabajos sobre Tolstói, un escritor particularmente popular en Rusia a pesar de su complejidad. Lenin elogia el realismo del autor de la monumental novela Guerra y Paz, a la que considera una obra realista que, más allá de las intenciones de su autor, critica al capitalismo atrasado y aristocrático de la Rusia zarista y destaca el papel de los campesinos en la revolución de 1905; por lo tanto, dice, ayuda al pueblo a un mejor conocimiento de sus enemigos sociales.
Antes que él, Friedrich Engels había juzgado en términos similares La comedia humana, de Balzac, obra grandiosa en su realismo, que muestra el ascenso de la burguesía —su época y las leyes de la transformación de esa época— independientemente de la ideología y de los propósitos del autor.
Vale, sin embargo, citar conceptos de Juan-Paul Sartre: a diferencia de las otras artes, decía, el escritor se las tiene que ver con la significación de  las palabras, del que carecen los colores y las piedras de las esculturas. “El arte de las palabras”, añadía, es diferente de los otros, porque la palabra es acción. Pero dejemos hablar al poema de Lenin.


Borrascoso año aquel. Los Huracanes sobrevolaban
El país entero. Se desataban los nubarrones,
Sobre nosotros se precipitaba la tempestad, y el granizo y el trueno.
Heridas
Se abrían en los campos y en las aldeas bajo los golpes del azote terrestre.
Estallaban los rayos, los relámpagos redoblablan violencia.
El calor quemaba sin piedad, los pechos estaban oprimidos
Y el reflejo de los incendios alumbraba
Las tinieblas mudas de las noches sin estrellas
Trastornados los elementos y los hombres,
Los corazones oprimidos por una inquietud oscura,
Jadeaban los pechos en la angustia,
Resecas las bocas se cerraban.
Mártires por millares han muerto en las tempestades sangrientas.
Pero no en vano han sufrido ellos lo que han sufrido y la corona de espinas.
En el reino de la mentira y de las tinieblas; por entre esclavos hipócritas
Ellos han pasado como las antorchas del porvenir.
Con trazo de fuego, con un trazo indeleble,
Ellos han grabado ante nosotros la vía del martirio,
Y en la carta de la vida han estampado el sello del oprobio
Sobre el yugo de la esclavitud y la vergüenza de las cadenas
El frío arrecia. Las hojas se marchitan y caen
Y cogidas por el viento se arremolinan en una danza macabra.
Viene el Otoño gris y pútrido,
Lagrimeante de lluvia, sepultado de barro negro.
Y para los hombres la vida se hizo detestable y opaca.
Vida y muerte les fueron igualmente insoportables,
Les rondaron sin tregua la cólera y la angustia.
Fríos y vacíos y oscuros sus corazones como sus hogares.
Y de pronto, ¡la Primavera! Primavera en pleno Otoño putrefacto,
La Primavera Roja descendió sobre nosotros, bella y luminosa,
Como un presente de los cielos al país triste y miserable,
Como una mensajera de la vida.

Una aurora escarlata como una mañana de mayo
Se levantó en el cielo empañado y triste;
El sol rojo, centelleante, con la espada de sus rayos
Perforó las nubes y se derruyó la mortaja de la bruma.
Como el fuego de un faro en el abismo del mundo,
Como la llama del sacrificio en el altar de la naturaleza,
Encendido para la eternidad por una mano desconocida,
Trajo hacia la luz a los pueblos adormecidos.

Rosas rojas nacieron de la sangre ardiente,
Flores de púrpura se abrieron,
Y sobre las tumbas olvidadas
Trenzaron coronas de gloria.

Tras el Carro de la Libertad,
Y blandiendo la Bandera Roja,
Fluían multitudes semejantes a ríos,
Como el despertar de las aguas con la primavera.
Los estandartes rojos palpitaban sobre el cortejo,
Se elevó el himno sagrado de la libertad
Y el pueblo cantó con lágrimas de amor
Una marcha fúnebre para sus mártires.

Era un pueblo jubiloso,
Su corazón desbordaba de esperanzas y de sueños,
Todos creían en la libertad que venía,
Todos, desde el sabio anciano hasta el adolescente.

Pero el despertar sigue siempre al sueño,
La realidad no tiene piedad,
Y a la beatitud de las ensoñaciones y de la embriaguez
Sigue la amarga decepción.
Las fuerzas de las tinieblas se agazapaban en las sombras
Reptando y silbando en el polvo. Esperaban.
Y repentinamente hundieron sus dientes y sus cuchillos
En las espaldas y los talones de los valientes.
Los enemigos del pueblo, con sus bocas sucias,

Bebían la sangre cálida y pura
Cuando los amigos inocentes de la libertad,
Agotados por penosas caminatas,
Fueron cogidos de sorpresa, soñolientos y desarmados.

Se esfumaron los días de luz,
Los reemplazó una serie interminable y maldita de días negros.
La luz de la libertad y el sol se extinguieron.
Una mirada de serpiente acecha en las tinieblas.

Los asesinatos crapulosos, los pogroms, el lodo de las denuncias,
(progrom:asesinato y saqueo de judíos)
Son proclamados actos de patriotismo,
Y el rebaño negro se regocija
Con un cinismo sin freno.
Salpicado con la sangre de las víctimas de la venganza,
Muertas de un pérfido golpe
Sin razón ni piedad,
Víctimas conocidas y desconocidas.

En medio de vapores de alcohol, maldiciendo, mostrando el puño,
Con botellas de vodka en las manos, multitudes de granujas

Corren, como tropel de bestias,
Haciendo sonar las monedas de la traición,
Y bailan una danza de apaches.
Pero Yemelia, el pobre idiota,
(Yemelia:diminutivo de Yemelian (Emiliano), entre los rusos es sinónimo de necio)
A quien las bombas han vuelto más tonto y asustadizo, tiembla como un ratón,
Y en su festón se pone con aplomo La insignia de los Cien Negros.
(Cien Negros:partido zarista, policial, antisemita y reaccionario, precursor ruso del nazismo)

La risa lúgubre de los búhos y de las lechuzas
Resuena en la oscuridad de las noches, anunciando la muerte de la libertad y de la alegría,
Y un Invierno cruel, con la nieve tempestuosa,
Viene del reino de los hielos eternos.

Con sus nieves espesas, semejantes a una mortaja blanca,
El invierno ha vuelto al gran país.
Atando a la Primavera con cadenas de hielo,
El frío-verdugo ¡e ha dado muerte antes de tiempo.
Como manchas de barro, por aquí y por allá, aparecen
Las pequeñas islas negras de las aldeas miserables sepultadas bajo las nieves.
El hambre junto a la miseria y al frío pálido
Por doquiera se guarecen en las moradas apestosas.
A través de la llanura de nieve sin fin,
A través de las estepas, sin medida ni límite,
Donde en el verano el viento ardiente trae consigo un calor tórrido,
Aciagas borrascas de nieve van y vienen como blancos pájaros rapaces.
La tempestad aúlla como una bestia salvaje y de pelambre enmarañada,
Precipitándose sobre cuanto conserve una gota de vida,
Y vuela, con estrépito, como una terrible serpiente alada,
Para borrar de la faz de la tierra todo rastro de vida.

La tempestad doblega a los árboles, quiebra los bosques,
Amontona la nieve en las montañas heladas.
Los animales se han guarecido en sus cubiles.
Han desaparecido los senderos y el viajero es engullido sin dejar huella.

Magros lobos acuden, hambrientos,
Yerran sobre los pasos de la tempestad,
Feroces, la presa se arrebatan los unos a los otros,
Aúllan a la luna, y todo lo vivo tiembla de espanto.

La lechuza ríe, el lechy salvaje golpea las manos.
(Lechy:espíritu del bosque según los cuentos populares rusos)
Ebrios, los demonios negros giran en torbellino
Y hacen chasquear los ávidos labios: olfatean ellos una gran matanza
Y esperan la señal sanguinolenta.
El hielo cubre todo, muerte en todas partes, todo yace yerto.
Toda vida pareciera esfumada,
Una fosa común el mundo entero, una fosa única.
Ni siquiera las sombras de la vida libre y luminosa.
Pero es aún temprano para que la noche triunfe sobre el día,
Para que la tumba celebre su fiesta de victoria sobre la vida ...
Aún bajo cenizas se incuba la chispa.
La chispa que la vida reanimará con su soplo.

La flor de la libertad quebrada y deshonrada
Ha sido pisoteada y muerta está por siempre.
Los negros se regocijan al ver aterrado al mundo de la luz,
Pero en la tierra natal el fruto de esta flor ya espera en el subsuelo.

En las entrañas de la madre el grano milagroso
Misterioso se conserva e invisible;
Ha de ser alimentado por la tierra, se reanimará en la tierra,
Para renacer a una vida nueva.

Llevará el germen ardiente de la nueva libertad,
Fundirá la corteza de hielo, la resquebrajará,
Crecerá y -árbol gigante- iluminará el mundo con su follaje rojo,
El mundo entero surgirá a su luz, y bajo su sombra congregará a todos los pueblos.
¡A las armas, hermanos! ¡La felicidad está cercana! ¡Coraje! ¡Al combate! ¡Adelante!
¡Despertad vuestros espíritus! ¡Expulsad de vuestros corazones el miedo cobarde y servil!
¡Estrechad vuestras filas! ¡Todos unidos contra los tiranos y los amos!
¡La suerte de la victoria está en vuestras poderosas manos de trabajadores!
¡Coraje! ¡Este tiempo de desgracias pasará rápido!
¡Levantaos como uno solo contra los opresores de la libertad!
La Primavera llegará ... se acerca ... ya viene.
¡La roja libertad, tan bella, tan deseada, camina hacia nosotros!
Autocracia
Nacionalismo
Ortodoxia
Ya demostraron irrefutablemente sus altas virtudes:
En su nombre se nos golpeaba, se nos golpeaba, se nos golpeaba,
Hasta la sangre misma se castigaba a los mujiks,
Se les quebraban los dientes,
Se sepultaba a los hombres en los presidios, encadenados,
Se saqueaba, se asesinaba,
Para nuestro bien, según la ley,
Para la gloria del Zar y la salud del Imperio,
Los servidores del Zar daban de beber a los verdugos,
Con el vodka del Estado y la sangre del pueblo
Sus soldados regalaban a sus rapaces cuervos.

Se daba de beber a los ejecutores de las altas órdenes,
Se alimentaba a sus cuervos rapaces
Con los cadáveres aún tibios de los esclavos rebeldes
Y con los cadáveres dóciles de los esclavos más fieles.

Con una oración ardiente, los servidores de Cristo
Regaban de agua bendita un bosque de horcas.

¡Hurra! ¡Viva nuestro Zar!
¡Con su nudo corredizo bien jabonado y mejor bendecido!
¡Viva el esbirro del Zar,
Con su látigo, su sable y su fusil!
¡Soldados, ahogad vuestros remordimientos
En un pequeño vaso de vodka!
¡Disparad, valientes, sobre los niños y sobre las mujeres!
Matad el mayor número posible de vuestros hermanos para divertir al padrecito.

¡Y si tu propio padre cae bajo tus balas,
Que se ahogue en su sangre, vertida por la mano de Caín!
¡Embrutecido por el vodka del Zar,
Mata a tu propia madre, sin piedad!
¿A qué temes tú?
No es a los japoneses, a quienes tienes adelante.
No temes sino a tus prójimos, a tus propios familiares,
Y ellos están del todo desarmados.

Una orden se te da, valet del Zar.
¡Sé como antes una bestia de carga, esclavo eterno,
Enjuga tus lágrimas con tu manga
Y golpea el suelo con tu frente!

Oh, pueblo, fiel, feliz
Amado por el Zar hasta la muerte,
Soporta todo y obedece hasta la muerte ...
¡Y fuego! ¡Látigo! ... ¡Golpead ... !
¡Dios: protege al pueblo,
Poderoso, majestuoso!
¡Que nuestro pueblo reine, haciendo sudar de miedo a los zares!

Con su tropa sin gloria Nuestro Zar está desencadenado,
Con su jauría de servidores despreciados
Los lacayos suyos se festejan
Sin lavar la sangre de sus manos.
¡Dios: protege al pueblo
Durante los días sombríos!
¡Y tú, pueblo, protege la Bandera Roja!

¡Opresión sin límite!
¡Azote de la policía!
¡Tribunales de sentencias súbitas
Como las salvas de las ametralladoras!
¡Castigos y fusilamientos,
Horrible bosque de horcas
Para castigar vuestras rebeldías!

Colmadas están las prisiones,
Los deportados sufren infinitudes,
Las salvas desgarran la noche,
Los buitres se han saciado.
El dolor y el duelo
Se extienden sobre el país natal.
¡Ni una familia ajena al sufrimiento!

Festeja con tus verdugos,
Déspota, tu banquete sangriento,
¡Roe, Vampiro, la carne del pueblo,
Con tus perros insaciables!
¡Siembra, Déspota, el fuego!
¡Monstruo, bebe nuestra sangre!
¡Levántate, Libertad!
¡Flamea, Bandera Roja!

¡Vengaos, castigad,
¡Torturadnos una última vez!
¡La hora del castigo está cercana!
Ya llega el tribunal. ¡Sabedlo!

¡Por la libertad
Iremos a la muerte, a la muerte,
Tomaremos el poder y la libertad,
Y la tierra será del pueblo!

¡En el combate desigual
Cayeron víctimas sin nombre!
Por el trabajo libre,
Sus miradas llamean de amenazas.

¡Repica hasta el cielo,
Eterno carillón del trabajo!
Golpea, martillo, golpea por siempre.
¡Pan! ¡Pan! ¡Pan!

¡Marchad, marchad, campesinos!
Vosotros no podéis vivir sin la tierra.
¿Os estrujaron los señores,
Os oprimirán aún por mucho tiempo?
¡Marchad, marchad, estudiantes!
Muchos de vosotros serán segados en la lucha.
¡Cintas rojas envolverán
Los ataúdes de los que hayan caído!

¡Marchad, marchad, hambrientos!
¡Marchad, oprimidos!
¡Marchad, humillados,
Hacia la vida libre!

El yugo de las bestias reinantes
Es nuestra vergüenza.
¡Expulsemos a las ratas de sus madrigueras!
¡Al combate, proletario!
¡Abajo todos los males!
¡Abajo el Zar y su trono!
Ya brilla la aurora de la libertad estrellada
Y expande su llama.

Los rayos de la felicidad y de la verdad
Aparecen ante los ojos del pueblo.
El sol de la libertad
Nos iluminará a través de las nubes.

La canalla del Zar,
"¡Bajo las patas de los caballos con ellos!",
Dirá la poderosa voz del toque a rebaño
Glorificando la libertad.
Destruiremos las bóvedas de las prisiones.
La justa cólera está rugiendo,
La bandera de la liberación
Conduce a nuestros combatientes.
ortura, Okhrana,
(Okhrana:policía secreta zarista)
Látigo, cadalso, ¡abajo!
¡Desencadénate, combate de hombres libres!
¡Muerte a los tiranos!

Extirpemos de raíz
El poder de la autocracia.
¡Morir por la libertad es un honor;
Vivir en las cadenas, una vergüenza!

Echemos por tierra la esclavitud,
La vergüenza del servilismo.
¡Oh, libertad, danos
La tierra y la independencia!


lunes, 2 de septiembre de 2019

El viaje





por Ana Maria Pérez





Decidió ir a la dirección escrita en el viejo documento que encontró entre fotografías, postales, cartas y actas en la vieja valijita de madera atada con piolines. Se miró las manos que sostenían la foto, arrugadas y torcidas. Se convenció entonces de que era el tiempo de ir en busca de una memoria ajena, que sin embargo surgía propia en esas imágenes antiguas, como un espejo retrovisor que la reflejaba en un pasado desconocido para ella y no sabía cuál era la razón. Ir ahora, sus manos le decían que el tiempo pasa inexorable, es fantástico vivir y llegar, pero el camino se acorta. En sueños vio esa casa en la pampa bonaerense, típica de campo, de pueblo, parecen una esquina en medio de la nada, rodeada de árboles. Se dijo ¿Soñaron con ser fundadores de pueblos sus constructores? ¿O simplemente orientaban el frente entre el norte y el este, formando esa esquina, para aprovechar mejor el ingreso del sol? La soñó una y mil veces, y en sus sueños se veía recorriendo su interior como en una danza, con la luz del día inundando las habitaciones.
Nunca había estado en esa casa, nunca estuvo en ese lugar, sólo vio esa foto que tenía en sus manos. Había otras en esa pequeña caja de Pandora, antiguas, de fines del siglo XIX, las primeras que se tomarían por estas tierras, tipo postales. Eran mudas, sin un dato la mayoría, con dedicatorias pocas, testigos de una época lejana para ella, pero se obsesionaba pensando que conocía a esos personajes, como el espejo roto de un pasado ancestral, de memorias no vividas que la asaltaban y esclavizaban, en una angustia inexplicable, de dolor atávico. Decidió emprender el viaje antes de que sus manos no le respondieran, abrir las puertas como Alicia, mirarse en los espejos sin saber que encontraría:iSi yo pudiera remontarme al origen de tu carrera!”( Miguel Hernández.) Entre los documentos encontrados en la valijita de madera, había una dirección —allí iría— se dijo. Muchos años pasaron, difícil encontrar alguien con memoria para responder preguntas inciertas. La memoria es ladina, resbaladiza, serpenteante, pone trampas, tiende emboscadas, más cuando es vieja, y ésta era muy vieja, más que ella misma. Y entre las sierras, los valles y la pampa, el paisaje y el lenguaje disgregaban de nuevo la imagen del espejo en que se reflejaba. Pensó en la lejanía, mucho para manejar sola —deberías ir en avión y alquilar un auto allí, el avión no te va a llevar hasta esa laguna perdida en medio de la pampa— le dijo su amiga, y ambas se rieron con tantas ganas. Su amiga la entendía, hubiera hecho lo mismo —desandar el camino de los ancestros, pero Europa era otro precio— volvieron a reír, con nostalgia. No llegarían “al origen de su carrera”. Ya en la ruta, sola, en un auto alquilado, en un camino desconocido, la soledad se acrecentaba en forma desenfrenada. “Cuando más solos estamos es cuando nos quedamos con nuestros mitos” (Alejandro Magno). En esa soledad buscarías sus mitos, los del pasado no vivido, los de los espíritus atrapados en esas fotos de bocas apretadas, guardando el silencio de los silencios.
—¿Dónde vive su abuela? —preguntó nerviosa.
—Allá al frente.
Y allá fueron. Cuando la anciana la vio, sonrió
—¡Hola Luisa querida, tanto tiempo que te fuiste y nunca me visitaste! Las dos mujeres se miraron asombradas.
—¿Usted es Luisa?— preguntó la nieta.
—No, mi abuela era Luisa— contestó en un suspiro.
”El espejo de Alicia, el que deforma”. La nieta le explicó con paciencia y en voz alta
—Ella está averiguando por la gente que vivía en mi casa, abuela. Estaba sorda la abuela, su cara amarillenta, como pergamino viejo, su boca sin dientes sonreía con facilidad y miraba entre nubes de cataratas achicando los ojos en la ilusión de ver mejor.
—Se fueron cuando murió el hombre, los hijos ya se habían ido a estudiar y trabajar a Buenos Aires. Después te llevaron a vos Luisa , me debo estar muriendo. Por eso viniste —insistió la anciana en la confusión de su memoria vieja.
—Pregúntele si ella conoció esta casa, por favor —y le extendió la vieja foto. La anciana miró y sonrió.
—Sí me acuerdo, está pasando la laguna, al oeste, quedó mojada, pobre —y se durmió en su hamaca, al sol, bajo la galería, añeja como la dueña, la hamaca y la galería. En la también añeja parra unos benteveos cantaban y el gato volvía de sus andanzas a enrollarse, para dormir calentito en la falda de su dueña. Más de lo que esperaba encontrar. Otra puerta se abría en su país de maravillas y mitos. Averiguó cómo podía llegar a la casa de la laguna, qué distancia había y las condiciones del camino. El camino era simple: tres kilómetros al oeste del pueblo, recto, estaba feo pero se podía andar, le dijeron. Compró en el almacén de la esquina (igual esquina que la de la foto) agua, un poco de pan y fiambres, cargó el termo con agua caliente y partió. La ansiedad le nublaba toda otra idea. Únicamente llegar tenía en mente. Cuando se aúna en la corporación artesanal “la noticia de la lejanía, tal como lo refería el que mucho ha viajado de retorno a casa, con la noticia del pasado que prefiere confiarse al sedentario “como alguna vez escribió alguien”. Salió urgente, con la urgencia del que teme perder el tren, o la memoria. Llegó, ahí estaba después de la laguna, ésta si era la de la foto, estaba rota, descascarada, “mojada”. Quedó pasmada, sólo podía ver un portón de madera destartalado, un gato amarillo sentado en el tronco que lo sostenía, sin alambrado, árboles viejos, casi secos rodeando el frente, y las nubes oscureciendo el horizonte. Antes de llegar, en la rivera de la laguna, un cementerio de árboles secos por las crecientes sucesivas “le anunció el estado” que encontraría lo buscado. Largo rato se quedó observando en lo que se había convertido en su fetiche, su mito personal. Ver la casa a pesar de todo, fue un déjàvu, sola con el gato que la miraba, en silencio ella, los pájaros cantando sus últimos trinos de ese día y la música de la paja brava bailando con el viento. Absorta en su visión, no advirtió la presencia de la mujer que la saludaba.
—Buenas tardes…
Miró sobresaltada. Otra anciana a su lado, seguro con memorias viejas. Le preguntó si ella conocía algo de esa casa.
—Yo vivo en aquel rancho, allá donde se ven esos álamos. Como ella miraba perdida buscando esos álamos, la anciana señaló.
—Allá, en el poniente. Apenas unas pequeñas figuras vio a la distancia, supuso que eran los álamos y el rancho.
—Yo era muy chica cuando la gran inundación, todo se perdió, la gente se fue al pueblo, muchos años seguidos de tantas lluvias fue creciendo la laguna y llenó todo esto de agua. Los más jóvenes se fueron primero, los viejos no se querían ir, ella no era de acá, hablaba raro, francesa o alemana seria, o vasca tal vez, habían muchos por estos lugares; el sí, de la otra laguna venía según oí. Sus animales se fueron muriendo por falta de pasto, él se enfermó de pena. Ella tenía un almacén ahí en la esquina, pero ya no había quien compre. Todos se fueron al pueblo nuevo, esto quedó bajo el agua.
Escuchaba a esta anciana del camino en su relato y una pena, una nostalgia le subía a los ojos en forma de lágrimas y nudo en la garganta y el estómago. Pensar en un nuevo éxodo, las pérdidas de lo construido, la enfermedad y la muerte, acrecentó esa congoja guardada en memorias de fotos, documentos, cartas, por generaciones. Bocas mudas, sin fechas ni nombres, algunas cartas de parientes paseando, de niños mandando besitos a tíos y abuelos. Frente a esa casa que le mostraba el espejo roto del destrozo de una historia.
—Adiós— dijo la viejita, y se perdió lentamente en el camino. Cuando salió del pasmo, sólo vio un punto que reverberaba en la distancia, acercándose a esa alameda señalada al poniente. La tarde se cerraba lentamente y ella había abierto una nueva puerta de Alicia. Subió al auto y lo llevó adentro del predio, detrás del portón desvencijado. Entró en la casa de techos destruidos, de paredes descascaradas y partes derrumbadas, la puerta de la esquina crujió al empujarla, las otras eran trozos, o nada de puerta. Paredes descascaradas y cubiertas de moho y hongos. Adentro, una madera colgada de la pared entera daba la idea de ser un mostrador (el almacén, se dijo). Esa casa en ruinas parecía estar esperándola, sola, abandonada por décadas, más que las que ella tenía. En la habitación siguiente, había en un rincón una pila de ladrillos caído de la pared que daba posiblemente al patio. Se sentó en la improvisada silla de ladrillos, la luz del atardecer ya no le dejaba ver mucho, pero con la linterna alumbró el espacio que vio entre los escombros y la pared que permanecía en pie, alcanzó a ver un pedazo de cuadro ovalado, con un trozo de foto, de una igual a las de la valijita de madera atada con piolines. Me quedo hasta mañana, para ver esto con la luz del sol —se impuso. Comió un poco de pan con fiambres, se tomó unos mates, estiró el asiento del acompañante del auto alquilado y, rendida, se durmió . Soñó una vez más la casa, se soñó amazona adolescente cabalgando en esa pampa verde y luminosa anterior a la tragedia, se soñó nuevamente flotando, como en una danza feliz, entre los ambientes, con el gran cuadro ovalado colgado de un clavo en la pared entera, blanca. La luz del sol que le calentaba la cara la despertó. Salió del auto-dormitorio alquilado, y dijo en voz alta: ¡Esta es la odisea de mi vida! Entró de nuevo, en puntas de pie para no alborotar los fantasmas si los había. La luz penetraba por los agujeros del techo, por las ventanas y puertas rotas y ausentes y la casa brillaba como la soñó tantas veces, o eso creyó. Al alba todavía emprendió el regreso al pueblo. Volver, la casa, las arboledas, la laguna. Las viejas de memorias gastadas no podían agregar nada más a su leyenda, a su mito o a su historia. En el pueblo se acercó al único bar, estaba abriendo, los parroquianos no llegaban todavía. Pidió un desayuno completo. Tenía hambre ¿Cómo le fue en las ruinas? le preguntó el mozo. Ya todos sabían de su presencia en la zona (pueblo chico, pensó…) El mozo le trajo con el desayuno una nueva leyenda de la laguna: ”Los aborígenes maldijeron a los invasores que les ocupaban las tierras de las aguas. Toda tierra que le quiten al agua, el agua las va a recuperar, decían. Ningún huinca podrá vivir en las tierras de las aguas, y la maldición se cumple señora. Mire, se lo digo yo que siempre he vivido acá. Sólo el agua puede vivir en esas tierras, con la sequía las aguas bajan y ya parece que se pueden apropiar de sus tierras, pero cuando llueve se las cobra, mire”. Conversador el hombre, pensó. El mozo se retiró feliz con su sentencia y su propina, ella subió al auto alquilado, con más partes del rompecabezas histórico o mitológico, no estaba segura. El espejo roto tenía más partes, pero la imagen todavía se veía desarmada.
—Este es mi Guernica —se dijo. En su bolso llevaba un pedazo de cuadro ovalado, y en su libreta de anotaciones, escrito con mayúsculas: NO SE PUEDE VOLVER AL PASADO. SÓLO EL ARTE Y LA HISTORIA LO HACEN. PERO ESTA ES “MI ODISEA Y MI GUERNICA”.

lunes, 26 de agosto de 2019

El "lugar de culto" de Janis Joplin






por Silvia Lavin


Haight - Ashbury, San Francisco, CA, Estados Unidos.
Febrero de 1995.
Toco timbre en lo que fue la casa de Janis Joplin. Haight Ashbury es Janis, Jerry García, Jim Morrison, Jimmie Hendrix, Gratfull Dead y el flower power de los 60. 
Abre la puerta una mujer con cara de hastío disimulado y en piloto automático me dice que esa casa fue "lugar de culto pero ya no lo es. Las guías turísticas están desactualizadas" Y me invita a entrar. Rechazo el convite y me despido amablemente. Camino sin rumbo y ahí la encuentro. En una esquina. En todas las esquinas. Con su voz aguardentosa. Canta " Mercedes Benz".
Es mi último día en San Francisco. Cruzo a " The Castro" con la imagen de Janis y " Cry Baby" en mis oídos.
El avión con destino a Nueva Orleans vuela a una altura que permite utilizar dispositivos electrónicos. Me pongo los auriculares y arranca " Me and Bobby Mc Gee".  Janis vuela conmigo. Yo con ella.

miércoles, 7 de agosto de 2019

El Banco Central y un retorno a sus orígenes




por Alejandro Guerrero



 A partir de noviembre el Fondo Monetario Internacional tendrá su despacho en el Banco Central de la República Argentina. Según publicaron todos los medios, el jamaiquino Trevor Allayne se sentará allí y será “el principal responsable de monitorear día a día si el gobierno cumple con las metas del ‘doble cero’: equilibrio fiscal y expansión monetaria”. Así, aun desde el punto de vista formal, la Argentina queda convertida en una colonia financiera. No es novedoso: se trata, después de todo, de un regreso a los orígenes.
“Yo soy del 30 de Buenos Aires / cuando a Carlitos se lo llevaron /yo soy del 30 de Buenos Aires / cuando a Yrigoyen lo empaquetaron”, dice el tango. En verdad, como ha explicado alguna vez Enrique Piglia en sus charlas sobre Borges, ese Buenos Aires de los 30 y de los 40 jamás existió salvo para una pequeña franja, la que amanecía entre el humo de los puros y el champán de Armenonville (aunque ya había cerrado en los 30) u observaba, cuando despuntaba el sol, “las migas de medialuna sobre el mármol helado / mientras una mujer absurda come en un rincón”. Un Buenos Aires impostado, irreal, alejado de las enormes luchas obreras, de los golpes de Estado, de la represión, del “fraude patriótico”, de aquella CGT recién fundada cuya primera declaración fue apoyar a la dictadura de Uriburu… y de la creación del Banco Central de la República Argentina por imposición y orden de Su Graciosa Majestad.
Ocurrió en 1935. La Gran Depresión se sentía fuertemente en estas pampas aunque empezaba a ceder en el mundo gracias a la industria de guerra, a la carnicería gigantesca que se preparaba: “Algo debe estar mal en un sistema que para darle trabajo a la gente necesita incendiar el mundo”, dice un personaje de Segunda generación, de Howard Fast. Fue por entonces que la Caja de Conversión (esa antecesora del 1 a 1 con el dólar de Domingo Cavallo) creada por Carlos Pellegrini, y que permitía convertir cada billete de papel en su equivalente en oro, ya no podía sostenerse. Tampoco podía sostenerse como hasta entonces el dominio inglés sobre estos pagos: Londres había salido de la Gran Guerra como el gran deudor del mundo y, en la Argentina, quería por ejemplo desprenderse de los ferrocarriles que, a esa altura, de instrumento de dominación se habían transformado para la Corona en un incordio (sería el gobierno de Juan Perón el que cumpliría el plan de compra de esos ferrocarriles, a precio de oro, según el plan diseñado por el agente inglés Raúl Prebisch).
Y fue Prebisch, precisamente, el primer gerente general del Banco Central, por el cual el debilitado imperio inglés procuró sostener aquí una estabilidad monetaria —de acuerdo con las necesidades de Londres— que comenzaba a volverse imposible, barrida por la crisis. En principio, Inglaterra necesitaba salir del patrón oro, de la convertibilidad, porque Estados Unidos ya era el principal tenedor de metales preciosos y el dominio del oro era parte de su propio dominio. (Buenos Aires, a todo esto, ya discutía cada vez más aceleradamente la necesidad de cambiar de metrópoli, de mudar del amo inglés al amo norteamericano con la menor cantidad posible de sacudones).
Ya en 1917 la presidencia de Hipólito Yrigoyen había propuesto constituir un banco central que llevara el nombre de Banco de la República, de capitales únicamente estatales, que se encargara de emitir moneda, bonos y títulos, además de fomentar el crédito comercial, industrial y agrario, y determinar la política de redescuentos de letras y pagarés, que era la forma usual de crédito en esos tiempos. Además, ese banco estatal se encargaría de regular la masa monetaria y el volumen de créditos en tiempos de recesión y crisis. Ese propósito yrigoyenista nunca prosperó: el Senado lo trasladó a su Comisión de Hacienda, que jamás llegó a tratarlo. Mientras tanto seguía funcionando la Caja de Conversión, que hacía depender la política monetaria nacional de las existencias de oro, de los saldos internacionales del metal y de la suerte de las cosechas, todo a la conveniencia de una Inglaterra definitivamente decadente. Yrigoyen insistió con su propuesta en 1919 con igual suerte. El asunto llegó a la Corte Suprema, que por mayoría lo rechazó en 1921.
Diez años más tarde, en medio de la peor crisis capitalista del siglo y cuando Inglaterra ya no podía con su deuda ni con sus dominios de ultramar, Londres ordenó a la Argentina (gobernaba la dictadura de José Félix Uriburu, que había derrocado a Yrigoyen el año anterior), que se creara el Banco Central. Necesitada de centralizar los instrumentos monetarios, crediticios y cambiarios de su colonia argentina, Inglaterra dispuso la creación de ese banco mediante un proyecto redactado en inglés por Otto Niemeyer, funcionario del Banco de Inglaterra.
Finalmente, el proyecto se aprobó en 1935, bajo el gobierno del “fraude patriótico” que dirigía entonces el general Agustín Pedro Justo. El texto de creación del BCRA, obra de Prebisch, decía que su propósito era “mantener el valor de la moneda, adecuar los medios de pago, aplicar la ley de bancos y operar como agente financiero del Estado”. La nueva entidad se integró con capitales mixtos, nacionales y extranjeros, y siempre obedeció a las necesidades de sus accionistas, en su mayoría ingleses. Es más: casi todo el directorio del Central estuvo originariamente integrado por británicos, y una de sus primeras medidas fue rescatar parte de la deuda soberana del país con reservas nacionales.
Ahora, en una situación peor que la de mediados de los años 30, se vuelve a aquellos orígenes: el Banco Central, la política monetaria y crediticia de la Argentina, ha quedado en manos de una potencia supranacional. Una colonia hasta desde el punto de vista formal. He ahí la entidad que Alberto Fernández y Néstor Pitrola discuten, cada uno por su lado, cómo “capitalizar”. Como si don Alfredo Palacios hubiera vuelto a sus andadas.

martes, 6 de agosto de 2019

Muhammad Ali; un peleador no sólo sobre el ring


La historia política de los Estados Unidos, y la del pueblo negro por su liberación, guardarán para él el registro de aquel latigazo público: “¡Ustedes son mis enemigos!”






Por Alejandro Guerrero


“Se parece mucho más a un Nureyev que a un peleador de tabernas” 
Norman Mailer 



“¡Cassius Clay!”, gritó el oficial a cargo del centro de reclutamiento de Houston. Nadie se incorporó. Dos veces más repitió el hombre su llamado, pero Muhammad Ali permaneció sentado. Transcurría el año 1966, en plena guerra de Vietnam. Cuando un juzgado citó al entonces campeón mundial de los pesados para que respondiera por su negativa a incorporarse al servicio militar, él envió una carta que entre otras cosas decía: 
“¿Por qué habría de disparar yo un fusil contra los vietnamitas? Ellos nunca me han llamado nigger, nunca me colgaron de un árbol, nunca me lanzaron sus perros. Si he de morir ha de ser aquí… ¡Ustedes son mis enemigos!” 

Amigo de Malcom X, el luchador negro que proclamaba el combate armado contra la opresión de su pueblo y llamaba “Tío Tom” al pacifista Martin Luther King, Ali había nacido en 1942 con el nombre de Cassius Marcellus Clay: “Mi nombre de esclavo”. Ali jamás permitía que lo llamaran “Cassius Clay”, y su rival Ernie Terrell lo supo cuando pelearon en 1967. Terrell, durante los días previos a la pelea y en el pesaje, insistentemente lo llamó “Clay”. El combate fue para él un martirio. Ali no quiso noquearlo y en cambio lo castigó tenazmente durante 15 rounds mientras a cada golpe le gritaba: “¿Cómo me llamo?” “¿Cuál es mi nombre?” 
Esa rebelión contra la convocatoria a las armas tuvo para él consecuencias directas e inmediatas: un tribunal lo condenó a cinco años de prisión -quedó libre bajo fianza- y a pagar una multa de 10 mil dólares. Una hora después de la sentencia, le fueron quitados los títulos de campeón de la Asociación Mundial de Boxeo y de la Comisión Atlética de Nueva York. También se le quitó la licencia para boxear y le fue retirado el pasaporte. Esa postura de Ali contra la guerra precedió a la de la mayoría de los organismos de derechos civiles: Martin Luther King, por ejemplo, solo un año después repudió la invasión a Vietnam, cuando se multiplicaban las bolsas con cadáveres norteamericanos y las manifestaciones antibelicistas; y, desde ya, crecía la popularidad de Muhammad Ali por aquella actitud. 

Boxeo y lucha política 

Las manifestaciones contra la guerra coincidían con una lucha política intensa dentro del pueblo afroamericano. Ali había tomado su nombre en homenaje a Elijah Muhammad, líder de Nación Islámica, el grupo al que también pertenecía, conflictivamente, Malcom X. Hubo allí rupturas y separaciones que involucraron al campeón pesado, pero en cualquier caso la lucha contra la discriminación racial y contra la agresión norteamericana a Vietnam estuvo en el comienzo impetuoso de la penetración islámica, a nivel de masas, en territorio de los Estados Unidos. Y el papel de Ali en aquellos hechos no fue menor, favorecido obviamente por su enorme popularidad. Ya antes de negarse a servir en las fuerzas armadas, había hecho una gira, en 1964, por diversos países de África, desde Ghana a Egipto, en medio de guerras independentistas y de liberación nacional. 

Cuando volvió a boxear en 1970, después de que la Corte Suprema aceptara su alegato de objeción de conciencia para cumplir sus obligaciones militares, ya no era el mismo boxísticamente. Había perdido la velocidad que sustentaba su estilo, pero sería entonces, ya disminuido, cuando alcanzaría su magnitud más grandiosa, cuando libraría esas batallas feroces contra George Foreman, Ken Norton o aquellas tres peleas históricas contra Joe Frazier. 

Políticamente tampoco era el mismo. En 1969, mientras estaba suspendido, había roto con Nación Islámica. Continuó siempre su defensa de los derechos civiles del pueblo negro, pero ahora con una actitud más moderada, más proclive a la que había sostenido Martin Luther King que a la de Malcom X; por lo demás, ya ambos líderes negros habían sido asesinados, Malcom en 1965 y Luther King en 1968. Antes de ese regreso habrían sido impensables las reuniones que luego tuvo con James Carter y Ronald Reagan, o que George W. Bush lo condecorara. 

Fue, con toda seguridad, el mejor boxeador de todos los tiempos. Podía tener la agilidad, la elegancia, velocidad y eficacia de un Ray Robinson o un Ray Leonard, pero él era peso pesado y el campeón mundial de los pesados bien puede ser considerado el hombre más fuerte del mundo. Y si el hombre más fuerte del mundo se parece más a un Nureyev que a un peleador de tabernas, se sobreentiende que se está ante alguien único. 

Y la historia política de los Estados Unidos, y la del pueblo negro por su liberación, guardarán para él el registro de aquel latigazo público: “¡Ustedes son mis enemigos!”. 
Hasta siempre, campeón. 

viernes, 2 de agosto de 2019

¿Qué polarización?



por Alejandro Guerrero




¿Qué polarización?

Según la mayoría de los encuestadores, la candidatura de Mauricio Macri ha repuntado hasta alcanzar casi un empate técnico con Alberto Fernández en las PASO que se harán dentro de poco más de una semana. Si eso es así, Macri, considerado hasta hace poco una suerte de cadáver político (parte de su propio equipo aspiraba a reemplazar su candidatura por la de María Eugenia Vidal) podría ser reelegido al recolectar en octubre el voto de otras corrientes que le son más o menos afines. En cualquier caso, entre la fórmula macrista y la peronista se llevan más o menos un 80 por ciento del total de los sufragios, porcentaje suficiente para que casi todos los escribas (y no sólo ellos) proclamen la palabrita clisé: “Polarización”.
En términos estrictamente políticos la tal “polarización“ es una falacia, falsa de toda falsedad.
Carlos Pagni solía ser un periodista más que interesante en tiempos del gobierno kirchnerista, al que se oponía decididamente. Ahora, vuelto oficialista, apenas sobrepasa la mediocridad (nada peor para un periodista que estar al servicio del gobierno de turno). Sin embargo, en tanto y en cuanto sus patrones no defienden a éste o a aquél gobierno sino a los intereses generales de un sector de la clase dominante, al hombre le quedan espacios para, de vez en tanto, recuperar parte de su capacidad de análisis.
Así, en su columna del 1° de agosto en La Nación, recordó que Cristina Fernández se escondió detrás de Alberto Fernández (ella aparece poco o nada en la campaña) porque el candidato presidencial “no tendría reparos en adoptar los ajustes que requiere un programa acordado con el Fondo Monetario Internacional”. Por eso, añade, el primer Fernández de la fórmula fue puesto allí “no a pesar de, sino por haberla denostado” (a la segunda Fernández).
Alberto Fernández, en efecto, antes que votos le aporta a la fórmula sus contactos con los centros de poder del capital financiero internacional, anudados desde sus tiempos de ladero de Domingo Felipe Cavallo. Fernández sostendrá el monitereo del FMI sobre la actividad cotidiana del Banco Central, impuesto por Macri y que ha convertido a la Argentina en una colonia financiera del imperialismo. “Esa presunción —agrega Pagni— se reflejó en la cotización de los bonos y del dólar”, y esas cotizaciones, sabido es, son el aire que respira el actual oficialismo. Dicho de otro modo: Alberto y Cristina Fernández contribuyeron decisivamente al “hay 2019” y, junto con la burocracia sindical, le pusieron al gobierno todos los sostenes posibles para que no terminara de derrumbarse. Ellos permitieron la recuperación —aun en términos electorales— de un gobierno que se caía en pedazos en medio de su desastre económico, financiero, industrial y humanitario, con todas las consecuencias políticas de ese desplome.
Por supuesto se debe tener en cuenta que ni la burguesía ni el imperialismo gobiernan por sí mismos sino por intermedio de esos equipos políticos que son sus partidos. En otras palabras: al FMI y al Banco Mundial puede darles lo mismo que gobiernen Macri o los Fernández, pero a Macri y a los Fernández no les da lo mismo y por eso, en general, los adversarios electorales libran entre sí peleas de perros. No es éste el caso porque se trata de elecciones subordinadas por completo a los dictados del Fondo, de modo que la Argentina ya no sólo es una colonia financiera: empieza a parecerse, además, a una colonia política. Macri y los Fernández son títeres de esos poderes supranacionales: he ahí la falacia de la “polarización”. Antes que eso, en cualquier caso se marcha hacia la continuación del cogobierno de hecho entre el peronismo (K y no K) y el macrismo. Ya es casi un lugar común recordar que las bancadas peronistas le votaron a Macri más de 100 leyes, sin las cuales el gobierno habría caído tiempo ha.
El oficialismo lleva entre sus candidatos a senador a Martín Lousteau, todo un dato (se dice que será ministro si eventualmente Macri logra su reelección). Lousteau ha criticado al gobierno porque, mediante su política monetaria, contiene la inflación y la cotización de divisas artificialmente bajas a costa de una menor actividad, o de la recesión lisa y llana. Esa crítica coincide con la formulada por Fernández y es incluso la que se conversa ahora con el Fondo Monetario. No debe olvidarse que Lousteau fue ministro de Cristina Kirchner impulsado… por Alberto Fernández.

Globos amarillos… y de varios colores más

La “pax cambiaria” está sostenida por un alza en las tasas de interés que ha llevado al 52 por ciento anual la tasa de referencia en pesos del Banco Central (recordemos otra vez que la política diaria del BCRA está dirigida por el FMI). Los depósitos a plazo fijo crecieron en líquido un 4,5 por ciento en julio y llegaron a 1.247.194 millones de pesos (el 60 por ciento de ese monto corresponde a depósitos superiores al millón de pesos), en manos, mayoritariamente, de compañías de seguros y fondos de inversión.
También en este caso estamos ante otra falsedad. Ese incremento en el monto depositado en plazos fijos está dado por la masa de intereses pagados antes que por nuevos depósitos. El sistema bancario, como el resto de la economía, se encuentra estancado. La consultora First Corporate Finance Advisors dice: “Si se deflacta la tasa, en los últimos tres años el sistema prácticamente no creció nada” (iProfesional, 2/8). Mientras tanto, los créditos en UVA, presentados en su momento como una panacea reactivadora, se derrumbaron en 13 .000 mil millones de pesos durante los tres meses últimos. Al evitar mediante tasas de usura la corrida cambiaria y el retiro de depósitos, dice Martín Kalos, director de EPyCA Consultores, “el sistema está logrando regenerarse a sí mismo… al menos por un mes” (ídem). Todo pende, como se ve, de hilos demasiado finos.
Por lo demás, la tasa de interés resulta altamente positiva respecto del dólar pero no de los precios internos, sean de bienes durables o de alimentos. Alcanzan, apenas, para alejar momentáneamente el peligro de hiperinflación o inflación galopante, y de una corrida cambiaria que derrumbaría ya no al gobierno sino a las elecciones mismas (por eso nadie la quiere y la oposición peronista menos que nadie: “Hay 2019”).
Por lo demás, no puede olvidarse que nadie aquí puede hacer lo que quiere: el país se encuentra sometido, más que nunca, al capital financiero internacional y ese capital navega en la crisis más profunda de los últimos 80 años.
La Reserva Federal norteamericana (la Fed) aumentó en 25 puntos básicos su tasa de referencia, y la llevó de 2,25 a 2,50 por ciento, lo que ha hecho revaluar al dólar frente a otras divisas (el remezón se sintió también en el Banco Central argentino y en las cuevas de la City porteña). También hizo bramar a Donald Trump, que despotricó como animal herido (por Twitter, su medio favorito) contra el presidente de la Reserva Federal, Jay Powell. El mercado norteamericano, según Trump, quería “el comienzo de un ciclo de reducción de tasas prolongado y agresivo, que mantendría el ritmo de China, la Unión Europea y otros países del mundo” (ídem, 2/8). “Powell nos decepcionó”, añadió el jefe de la Casa Blanca. Otra vez: la crisis tiene consecuencias políticas de primer orden, y toda una franja del imperialismo norteamericano no quiere saber nada con la guerra impulsada por Trump contra China y la Unión Europea. Negocios son negocios…
Ahora bien: esa medida de la Fed impulsó hacia arriba la cotización del dólar en Buenos Aires, hizo crecer el riesgo país a 801 puntos y tuvo que ver en el descenso del precio de las acciones de Tenaris (cayeron 2,2 por ciento), una empresa emblema de la situación argentina en los mercados internacionales. Todo el mundo teme, en efecto, que lejos de llegar al país el aluvión de dólares que permita sostener la “pax cambiaria” y financiar la fuga de divisas, se produzca el llamado “flight quality”: la huida de capitales de mercados inestables como el argentino, que pagan tasas de usura, hacia las tasas menores pero seguras del Tesoro norteamericano.

Muertos vivientes

Si se registra a días de las PASO la llamada “polarización” entre Macri y los Fernández no ha sido por mérito de ellos sino por el derrumbe de los otros, incluida la izquierda.
Se debe recordar nuevamente que no hace mucho el equipo de Macri —parte de él— proponía bajarlo de la candidatura presidencial y acudir al “plan V”: promover la postulación de María Eugenia Vidal. Mientras tanto, la derrota electoral, peor que ruidosa, del kirchnerismo en 2017 hizo surgir toda una serie de reagrupamientos peronistas que se cayeron uno a uno (ejemplo: Alternativa Federal, o el noviazgo quebrado entre Sergio Massa y la alianza de Jorge Lavagna con Juan Manuel Urtubey). Fracasadas todas las variantes, quedan “polarizados” los cogobernantes Fernández y Macri (no es novedoso, ya Carlos Menem, después de ganar las elecciones de 1989 con un discurso nacionalista radical, se alió con Bunge&Born y Álvaro Alsogaray). Llamativo que, después de tanto criticar a la izquierda porque el voto en blanco en el balotaje de 2015 le habría “hecho el juego a la derecha”, ahora el kirchnerismo lleva de candidato a presidente… a uno que votó en blanco en ese mismo balotaje. Cosas veredes, Sancho…
Pero es precisamente por eso, como dice Pagni, que los K llevan de candidato a un viejo enemigo, como en el tango, y mantienen a su jefa escondida detrás de ese enemigo, sometida a él (al menos por el momento): es lo que cuestan la “paz social” y el “hay 2019”, sostenidos sobre los cimientos de la quietud de plomo de la burocracia sindical.
En el entremedio, con avances y retrocesos, victorias y derrotas, el movimiento obrero, junto con el movimiento de mujeres, han dado luchas formidables que el Frente de Izquierda-Unidad se ocupó de conducir a la vía electoral con su “sistema de consignas”, que evitó a toda costa el “Fuera Macri” cuando el gobierno se hundía. Ahora, cuando con su contribución incluida resulta que “hay 2019” le reprochan al Partido Obrero-Tendencia el no sostener “fuera Macri” en primera instancia, como si una consigna de poder pudiera ejecutarse por vía electoral. Sí se puede, por el camino de las elecciones —importante e indispensable cuando el enemigo de clase logra imponerlo— proclamar las consignas transicionales que hacen a ese objetivo: Asamblea Constituyente con poder, gobierno de trabajadores, que transforman al “fuera Macri” en un objetivo ya no contra determinado gobierno sino contra el régimen político todo.
“El río de Heráclito”, revista cultural que pretende hacer oír su voz por una literatura y un arte independientes, de plena libertad, es apartidaria pero en modo alguno apolítica. De ahí que su consejo de redacción huya de la neutralidad en esta coyuntura política: con todas las críticas indicadas, convocamos a votar por el Frente de Izquierda-Unidad, por tratarse del único bloque opuesto a todos los bloques patronales.
Y la lucha sigue.

"Todes"


Los lingüistas versus los hablantes: un matrimonio mal avenido



por Eugenia Cabral


Tiempos de innovaciones sociales, tecnológicas, políticas, lingüísticas, geográficas, arquitectónicas, artísticas, científicas. No revoluciones, pero sí innovaciones. Los problemas enunciados por la Revolución Francesa: Libertad, Igualdad, Fraternidad, son aún el espinazo de la tragedia. La diferencia es que se comunica por WhatsApp.
En ese contexto, la literatura prosigue siendo una actividad artística cuya única herramienta es el lenguaje, la palabra. Con el lenguaje caminamos, soñamos, golpeamos, acariciamos, insultamos, desvariamos, reflexionamos, a cada línea de texto literario. Como buena herramienta, tiene sus beneficios y sus peligros. La pinza corta el alambre, pero también puede rebanarte el dedo. Límites y permisos que proceden del mismo ser del lenguaje y la literatura. Una cara de la moneda compensa a la opuesta. La libertad que provee el lenguaje no es absoluta ni el lenguaje es un freno carcelario.
El problema es que no se trata de una herramienta, o un medio, meramente material, pues su única materialidad es el casi inaprensible sonido. El lenguaje es una institución social, usted está en lo cierto, M. Ferdinand de Saussure. Y no hay manera de que no lo sea ¿Para qué hablaríamos, si no hubiese alguien que nos escuchara? A lo mejor al principio hablar fue un juego, nada más, pero terminó institucionalizándose.

Cuando los novios van al registro civil...

Como en toda institución social, después de los escarceos surgieron las normas. Primero el dulce noviazgo, después el aburrido matrimonio. Cada idioma fija sus normas a fin de instituir un código en común para que lo utilicen los miembros de una sociedad, en un tiempo y un lugar dados. Que si el sujeto va antes del verbo (como en las lenguas latinas) o después (como en el gaélico); que si la coma va con espacio intermedio o sin espacio; que si tal adjetivo puede tener también un uso de sustantivo... Son normas para homogeneizar ese código en común, el idioma, pues si no se las estableciera sólo estaríamos ante una suma de idiolectos individuales o grupales, no ante una lengua. Y las dicta e impone alguna academia, no importa cuál, siempre una academia. Así el idioma haya nacido en la fronda selvática o en algún alto desierto montañés, las normas del idioma las termina imponiendo alguna academia con sede ciudadana. Es que la mayoría de las instituciones educativas, en las sociedades actuales, se instalan en las ciudades. En ellas el capitalismo concentra los resortes más sólidos de su dominio, no en zonas rurales.
Y sucede que una academia, por caso, la rae de la lengua castellana (o española, como la nombra dicha academia), presunta, hipotética, idealmente, podría funcionar sólo como un organismo superior de estudio de una determinada lengua, estudio muy valioso para investigar los mecanismos lógicos de la construcción lingüística y, así, ayudar a construir con mayor calidad el discurso a todos y cada uno de los hablantes. Vale decir, una guía lingüística erudita. Quien conoce en profundidad la estructura de su propio idioma posee un caudal de instrumentos para desarrollar el pensamiento mediante el uso de la palabra. Pero la rae ni ninguna otra academia nació con esa finalidad. Habráse visto.
Obviamente, el funcionamiento de las academias es otro. Tras desarrollar el estudio objetivo de los componentes y la estructura y, en consecuencia, las posibilidades del uso de la lengua pretende, imperiosamente (y nunca más acertado decirlo que de la rae), determinar quién hace buen o mal uso del idioma y, con fuerza de decreto o certificación, pasar a la actitud calificativa, ya no sobre la lengua sino sobre el uso que se haga de ella; es decir, del habla. Y cobrar en efectivo por dicha calificación o certificación.
Consideremos, además, que la penetración en el estudio academicista de un idioma le está reservado a los sujetos hablantes integrantes de las clases poderosas económicamente y, por lo tanto, con acceso a instituciones educativas superiores. Al final, quienes más lejos se hallan de acceder al estudio académico de la propia lengua termina siendo, injustamente, quien se ve descalificado en los usos "incorrectos" que hiciere de dicha lengua.

Los enamorados... van a divorciarse

Hasta ahí, los "errores" académicos cometidos por defecto, o por inercia socio-económico-política. Pero resulta que el hablante es un tipo viviente y semoviente, cuyo mayor defecto suele ser el dinamismo, que lo lleva en forma permanente a probar nuevas formas del discurso, la denominación, el ritmo, la sintaxis. Y es seguro que, en esos casos, recaerá también en errores por exceso, por la curiosidad intrinseca del ser humano. La creatividad literaria incluso es un juego constante de equivocaciones donde, por excepción, aparece un logro que será acabado y duradero. Esto no es difícil de comprobar. Existen miles y miles de textos de toda índole cuyo valor es o ha sido nimio, desacertado, inadecuado, y dichos textos fallidos y sus correspondientes discursos seguirán produciéndose. La comisión de errores, la falencia, es inherente a los seres humanos.
Las academias, entonces, se echan con furia sobre los hablantes con el dedo admonitorio para señalar la herejía lingüística, olvidando que si no fuera por la paciente tarea, ya errónea o ya atinada, de cada hablante, la lengua no podría existir y, menos aun, la academia que legisle sobre dicha lengua. No obstante, si el hablante quiere certificar su correcto dominio del idioma deberá abonar por su certificado. Extraño caso donde el que más trabaja es el que paga.

Los problemas franceses

André Breton y Diego de Rivera (tras del cual asomaba la insigne melena de León Trotsky) dieron en 1938 por redactar, en las calurosas tierras de Méjico, un Manifiesto donde se lee un axioma memorable: "Toda libertad en arte". Axioma que también es conclusión, si lo leemos en el contexto internacional de los totalitarismos de la época. Es un ars poetica. Una legislación no academicista. Sienta un dogma revolucionario en la estética y en la política, para enfrentarse con los dogmas del estalinismo. Sanciona un dictamen totalitario para, precisamente, oponerlo a la censura totalitaria. Y a la demócrata. Y a la socialdemócrata. A cualquier censura. A toda censura.
Si trasladásemos ese principio o premisa de libertad absoluta en el arte al habla, al uso de una lengua, que es materia prima de la literatura, no nos queda otra cosa que pronunciarnos en el mismo sentido: toda libertad en la lengua y en el habla.
¿Que vamos a escuchar barbarismos en lugar de correctas elocuciones? ¿Que la rae nos va a señalar como hablantes de algún idiolecto no reconocido dentro de la lengua castellana, a la cual ellos mismos empiezan por deformar llamándola española?
Es muy probable, pero la libertad bien lo vale. Si no lo creen ustedes así, pregúntenles a los vascos, catalanes, valencianos, asturianos, por ejemplo, qué tal la pasaron bajo las botas del franquismo por querer seguir hablando sus idiomas vernáculos. O preguntémosles a los irlandeses, cuánta sangre les costó mantener viva a la lengua gaélica en el Reino Unido. Y de América ni hablemos. La Égalité es una promesa de seductores incorregibles.
Hasta podríamos recordar los infortunios del lunfardo porteño que, con señorío rioplatense, terminó por fundar su propia academia. Y chau pinela. De lo contrario, para acordar con la normativa de la Real Academia Española tendría que haber escrito la letra de los tangos a la manera de Gustavo Adolfo Bécquer... y de mina que fuiste la más papa milonguera... ¡ni soñar!
Acuerdo con el poeta Eduardo Mileo quien, en "¿Arte libre en sociedad esclava? " (un artículo del 29de agosto de 2017) pone razonablemente en entredicho el axioma del Manifiesto por un Arte Independiente, al afirmar que..."vivimos en una sociedad explotadora, y en esas condiciones el artista sólo puede esperar la cooptación o el destierro platónicos". Es cierto. La Liberté dentro del sistema capitalista es una herida absurda. La libertad interior, subjetiva, y con ella la del artista, del escritor y de cualquier hablante, choca con la piedra incesante de la realidad del capitalismo, que lo pone entre la espada de la cooptación y la pared del destierro. El libro que nunca se muestra en vidriera y la seguridad de la familia quedando al descubierto, ese es el pronóstico para un escritor que no asimile ya no sólo las normas académicas, sino los estilos que fija cada editorial comercial. No obstante, los poetas (tribu perseguida y humillada si las hay en el mercado editorial) rara vez abjuran de la libertad estética y... una semana no comen y la siguiente, tampoco. La libertad tiene a menudo la desventaja de deslucirnos la ropa, atrasarnos el modelo de coche, avejentarnos la piel sin aplicación de cosméticos adecuados.

Nos queda la Fraternité...

Lo que muestra la historia de todos y cada uno de los pueblos y sus respectivas lenguas es que, tarde o temprano, incluso después de feroces exterminios, los hablantes se esfuerzan por seguir manteniendo vivo el idioma. Ninguna academia lo hace forzosamente, lo hacen los hablantes para seguir manteniendo ese vínculo social. Únicamente el genocidio que no deja un solo habitante vivo logra sepultar, también, la lengua que éstos hablaron. O, en otros casos, la cooptación que envilece con sus degradantes dádivas de colonizadores —veneno peor que el alcohol, que se ingiere como medicamento cuando se está en la miseria y la opresión— logra empobrecer y deformar los idiomas de países colonizados culturalmente.
Las academias aparecen a la hora de registrar o de legislar, no son organismos creativos. Por eso su valor es o debería ser únicamente el de una guía erudita, capaz de enriquecer la biblioteca lingüística subjetiva, de indicar el camino de la excelencia y de la mayor fertilidad posible en el uso de las herramientas, los recursos, los mecanismos, sus aptitudes y límites intrínsecos, no arbitrarios.
Habitualmente, los hablantes se toman todas las libertades con su propia lengua. Juegan con ella como se juega entre hermanos. Pero no lo hacen por banalidad o capricho. El idioma permanece a condición de la inestabilidad. Si se queda quieto mucho tiempo, muere por esclerosamiento. Por eso no es una mera postura ideológica proponer “Toda libertad en el habla“ y que la autoridad académica se utilice donde debe estar: abonando y sembrando en las instituciones educativas y los medios de información —que, a su manera, funcionan como instituciones educativas—, pero fuera de allí que se llame a silencio. Si esta transformación en alguna futura sociedad se cumple, probablemente vayan a aparecer adefesios lingüísticos. No importa. Asomarán lingüistas y hablantes inclusivos, exclusivos, sectarios, estrafalarios, comedidos, impertinentes. No importa. Serán modas pasajeras, serán clisés politizados, serán formulismos superficiales. No importa.
Lo único que importa es defender la estrechísima hilera de baldosas por donde pasamos con esa pancarta con la palabra LIBERTAD (así de la igualdad y de la fraternidad no tengamos más que la esperanza) que nunca vamos a dejar de levantar, con esa bandera que nunca vamos a desechar frente a los popes de las academias, las dictaduras nacionales, las opresiones extranjeras, las invasiones imperiales. Es apenas una hilera de baldosas. Pero cada uno elige caminar por ahí con su habla a cuestas. Y en esa medida y en ese momento es libre, libre de oponerse a lo que considera que lo oprime.

martes, 30 de julio de 2019

El cuento de las comadrejas





por Silvia Merino 



La ambición y la audacia son fundamentales para el éxito en los negocios. Dicho en otros términos, en el proceso de acumulación. Para que los objetivos propuestos puedan producir los resultados esperados se utilizan diversos métodos, pero uno de ellos jamás se debe dejar de lado y no sólo en el mundo de los negocios sino en todos los ámbitos: la subestimación de quien se tiene enfrente. Ése es el eje de “El cuento de las comadrejas”, dirigida por José Luis Campanella y basada en la original “Los muchachos de antes no usaban arsénico”, que en su momento interpretaron Mecha Ortiz, Arturo García Buhr, Narciso Ibáñez Menta, Mario Soficci y Bárbara Mujica.
En la versión de Campanella descollan las actuaciones portentosas de Graciela Borges, Oscar Martínez, Luis Brandoni y Marcos Mundstok, acompañados por la joven excelencia de Nicolás Francella y Clara Lago, además de la música vibrante de Emilio Konderer.
Merece ser vista.



Ficha técnica:
“El cuento de las comadrejas”
Dirección: Juan José Campanella
Guión: Juan José Campanella y Darren Kloomok (original de Augusto Giustozzi y José Martínez Suárez)
Música: Emilio Konderer
Distribuidora: BF París
Duración: 129 minutos

lunes, 29 de julio de 2019

El defensa del catastrofismo: miseria de la economía de izquierda




por Pablo Rieznik


Un artículo reciente de Claudio Katz alega que la posición ‘catastrofista’ del Partido Obrero lo lleva a “desecha(r) por completo la posibilidad de obtener mejoras sustanciales bajo el capitalismo... (porque) estima que estos logros son incompatibles con el carácter catastrófico de la época actual y, por eso (el PO), presenta al derrumbe del capitalismo como el dato dominante del siglo XXI e identifica cualquier desequilibrio con la implosión del sistema... (lo) que le impide mensurar la dimensión de cada crisis”. Curiosamente, el texto en cuestión lleva de título “La crisis del reformismo”1 . Katz naturalmente miente.Por un lado,porque el PO es el autor de la iniciativa parlamentaria de reducción de la jornada laboral en el subte sin afectar el salario (una de las pocas mejoras reales que haya obtenido la clase obrera en algún par de décadas, y esto en el punto más alto de la real catástrofe de 2002). Lo mismo se puede decir de la lucha de los desocupados y de la conquista de los subsidios al desempleo y a otra infinita cantidad de reivindicaciones y conquistas. Pero, por otro lado, el mismo economista se equivoca fiero cuando acusa al PO de interpretar ‘catastróficamente’ cualquier ‘desequilibrio’ del sistema, ocultando a sus lectores que el PO previó o pronosticó la catástrofe de 2001, que se manifestó en una completa paralización de la sociedad capitalista y en un levantamiento popular, cuando el resto ni preveía este desenlace o lo sumo intuía un futuro “desequilibrio”. Suponemos que cuando Katz habla de “cualquier desequilibrio” del capitalismo, o sea de incidentes de ruta en lugar de la crisis de un régimen social, lo hace porque antes completó su trabajo de ajustar sus cuentas con el marxismo. La expresión ‘negligé’,“cualquier desequilibrio” delata a una defensor ideológico del capitalismo.Al menos desde el punto de vista marxista,los llamados ‘desequilibrios’ son manifestaciones de contradicciones insuperables del capitalismo, que obligadamente se desarrollan en una forma tendencial. Lo contrario es un lugar común, porque el ‘desequilibrio’ es una forma de existencia del ‘equilibrio’, lo cual explica “por qué el capitalismo se mantiene en pie...”.Al economista sólo le importa esto: que al cabo de crisis, catástrofes, guerras y revoluciones...“el capitalismo se mantiene en pie”.No es casual que quien ha reemplazado la labor de la crítica por la justificación de los hechos consumados, haya sido solicitado alguna vez como ‘ministro de Economía’ y En defensa del catastrofismo La miseria de la economía de izquierda PABLO RIEZNIK 1. Herramienta N° 32, junio de 2006. de trotamundos económico de cualquier agrupamiento que busque justificar su propia declinación. Siempre a guisa de introducción, es necesario señalar que el economista de marras y también una cohorte que le hace eco ofreció como salida a la catástrofe de 2001-02, no con un ‘capitalismo que seguiría en pie’ sino con los “clubes de canje”, que fueron presentados como un sistema que abolía el cambio desigual y la moneda. El economista era incapaz de reconocer una catástrofe del capital, en términos teóricos, pero ofrecía, como seguidista de los hechos consumados que no alcanzaba a entender un retroceso social sin precedentes en la historia, un esquema que, mucho antes que a él, se le había ocurrido a Proudhon; Katz recuperaba como una conquista a “la filosofía de la miseria”. El profesor del gradualismo y de las ‘pequeñas conquistas’ nos invitaba a coexistir con la catástrofe, o sea con la pérdida definitiva de cualquier conquista. Es de algún interés hacer notar que la crítica de Katz repite, de un modo casi literal, una sentencia de Eduard Bernstein, el conocido dirigente socialista alemán de fines del siglo XIX:“Me opongo a la caracterización de que nos encontramos frente a un colapso de la sociedad burguesa y a que determinemos nuestra política en función de la perspectiva de tal catástrofe próxima”.Se trata de una coincidencia que amerita una reflexión y brinda la oportunidad de examinar algunos problemas claves. Eduard Bernstein fue el fundador del llamado “revisionismo” y el teórico del reformismo. Planteó la necesidad de abandonar la perspectiva de la revolución proletaria por “propuestas positivas de reforma” del capitalismo. Bernstein cuestionaba, al igual que Katz, la tesis central de Marx sobre la tendencia histórica irreversible al derrumbe del capital2 . Volvamos a las reivindicaciones La especie de que el PO rechaza de plano la lucha reivindicativa es una imputación grosera, porque el PO es reconocido, por propios y extraños, por su participación, movilización y organización enorme en la lucha reivindicativa. El PO ocupa un primer plano en la organización de los trabajadores más oprimidos. Si Katz no lee los diarios ni mira los noticieros, al menos habrá leído la larga producción académica y de investigación universitaria sobre los movimientos sociales,la lucha de los desocupados y la irrupción de los piqueteros, una información que desborda las fronteras de nuestro país. Contra lo que afirma Katz, el PO es un factor conciente de la lucha reivindicativa precisamente por su análisis del capital.En oposición a los inspiradores de Katz,que inventaron la teoría de las ‘nuevas reivindicaciones’ que impondría el desarrollo imparable del capitalismo;o a los teóricos del ‘neocapitalismo’,que reducían las posibilidades de crisis y que aplanaban los ciclos; o sea, en oposición a quienes declararon caducas las ‘reivindicaciones’,sean sociales,sindicales u obreras,el PO señaló que la declinación del capitalismo,sus crisis y catástrofes ponían en primer lugar, con la pauperización y el hundimiento violento de las condiciones de vida de vastísimos contingentes de la masa popular, las reivindicaciones fundamentales de los explotados.Estas reivindicaciones no están determinadas,como ocurre con Katz,por las posibilidades del capital,sino por las necesidades de las masas.La catástrofe del capital no cancela la lucha reivindicativa sino que la potencia y,en última instancia,la convierte en revolucionaria. El tema que plantea Katz, por otro lado, es simplemente un anacronismo, porque una tradición revolucionaria que se remonta al siglo XIX,dejó definiti18 En Defensa del Marxismo • diciembre 2006 2. David North, “Marxism and revisionism on the eve of the twentieh century”, en World Socialist Web Site. vamente en claro que la lucha reivindicativa (y sus “logros”) educa y organiza al proletariado para derrocar al capitalismo.Esto lo explicó Rosa Luxemburgo,pero Lenin hizo algo más,a saber,señaló que las reformas son un subproducto de la lucha revolucionaria,y no el resultado un movimiento pacífico y gradual. Volviendo al ejemplo la reducción de la jornada laboral en subterráneos,en medio de la catástrofe,cuando los amigos actuales de Katz no creían ni un poquito en la iniciativa parlamentaria,hay que señalar que aunque la batalla parlamentaria fue un éxito rotundo porque permitió desarrollar una agitación y una movilización crecientes,y porque obtuvo el 80% de los votos,la conquista efectiva de esa reivindicación no se obtuvo por vía parlamentaria sino, varios meses después,por medio del método ‘catastrófico’ de la huelga indefinida.La lucha parlamentaria, siguiendo a Rosa Luxemburgo, preparó el terreno, pero la conquista fue el producto de una acción directa de las masas que amenazó ‘estratégicamente’ al novato gobierno de Kirchner. Sobre el “derrumbe” El PO no necesita oponer la movilización reivindicativa por “mejoras” a la barbarie capitalista porque es esta última la que reclama una lucha vital en defensa de las condiciones de existencia de los explotados. Es Katz quien tiene que plantear este artificioso antagonismo entre “reforma” y “derrumbe del capital” porque supone que la lucha por las primeras sería un mentís a la tesis sobre la “catástrofe” a la cual ha conducido la supervivencia, históricamente anacrónica, de la civilización capitalista. Katz reitera literalmente a Bernstein y se mofa de la caracterización del “derrumbe del capitalismo” como el “dato dominante del siglo XXI”, sin percibir siquiera de qué está hablando. ¿O sí? El “derrumbe del capitalismo” está muy lejos de ser un descubrimiento del PO. El Manifiesto Comunista de 1848 se coloca en el terreno del “preludio inmediato de la revolución proletaria”. Ninguna revolución social es posible, plantea el marxismo, si el “viejo régimen” no se ha transformado en un obstáculo al desarrollo de las fuerzas productivas, es decir, si no ha cumplido su función histórica. Marx lo señala en el muy conocido párrafo de su “Prefacio” a la Contribución de la Crítica a la Economía Política, cuando indica que ese choque “abre un período de revolución social”. ¿O el capitalismo tiene aún una función histórica que no sea la barbarie? Es lo que recordó Trotsky en el III Congreso de la Internacional Comunista:“Ningún régimen social desaparece, dijo, antes de haber desenvuelto sus fuerzas productoras hasta el máximo de lo que pueda alcanzar”;“esta verdad fundamental para la política revolucionaria conserva hoy,para nosotros,su indudable valor director” (el discurso fue publicado como artículo con el título de “Una escuela de estrategia revolucionaria). El texto de Trotsky es muy interesante porque descarta cualquier vínculo mecánico e inmediato entre esta misma condición catastrófica y la revolución correspondiente; o sea que el capitalismo puede “seguir en pie”... catastróficamente (de hecho ocurrió así con el ascenso del nazismo). Trotsky observaba que la burguesía se presenta como más poderosa que nunca en sus métodos de dominio político en el mismo momento en que, en función de ese mismo desarrollo, las posibilidades históricas de la sociedad capitalista llegan al límite. No existe automatismo entre la descomposición capitalista y la revolución llamada a superarla;esta distinción revela que la constatación vulgar de que “el capitalismo sigue en pie”,no tiene status teórico sino que no pasa de ser una expresión de desmoralización política irreversible. En defensa del catastrofismo 19 20 En Defensa del Marxismo • diciembre 2006 El original y la copia Katz no tiene agallas para presentar sus disquisiciones en el marco de la tradición bernsteiniana,que presentó al revisionismo como una tentativa de “actualizar” el socialismo.Haría el ridículo;ningún sociólogo de la pseudo-izquierda se atreve en la actualidad a pretender una “actualización” de la teoría. Las circunstancias de Bernstein eran otras y el equipamiento teórico del socialista alemán era también de otra envergadura.Porque Bernstein desenvolvió sus planteos en la etapa culminante de la civilización capitalista, en el debut de la época imperialista.La mundialización del modo de producción capitalista y un movimiento obrero que ya había construido grandes organizaciones y una historia propia,eran las expresiones de un sistema que había arribado a la madurez. La expansión del crédito había permitido extender el horizonte de la producción capitalista industrial hasta lo que constituía el apogeo de su “misión histórica” (en los términos en que la define Marx en El Capital,desarrollo de las fuerzas productivas y establecimiento de un mercado mundial).Bernstein creyó ver en este panorama lo que llamó “medios de adaptación” que permitirían al capital posponer y también superar por mucho tiempo las posibilidades de crisis y revertir lo que, desde Marx, se planteaba como la tendencia al colapso del capitalismo. Como conclusión de su análisis,Bernstein lanzó su propia tesis:la sustitución del capital no provendría de ninguna catástrofe sino de la evolución natural e indolora del propio capitalismo, y de la capacidad de la clase obrera para introducir regulaciones económicas a gran escala. El desarrollo de los acontecimientos en el siglo XX -las catástrofes sociales y económicas,las guerras y las revoluciones- constituyó un mentís brutal a las ilusiones del revisionismo y confirmaron las críticas a Bernstein que ya habían efectuado los dirigentes revolucionarios de entonces, comenzando por Rosa Luxemburgo y Karl Kautsky. El “socialismo” bernsteiniano de cuño criollo se plantea en un momento histórico totalmente diferente. Incluso podríamos interrogar a Bernstein, en la ficción, sobre la pertinencia de sus tesis “anticatastrofista” cuando las premisas de su propio análisis y la realidad de mundo actual son tan drásticamente distintas.Es imposible negar la inversión completa de la curva de los progresos de las masas, incluso en Estados Unidos. En la época de Bernstein,los elementos de la catástrofe capitalista aparecían en potencial, como posibilidad inscripta en las contradicciones de su sistema social; la miseria, en su época, la ocasionaba el derrumbe de las formas precapitalistas y el desplazamiento de la vieja agricultura.Ahora,en cambio,la pauperización progresa a grandes pasos en las naciones desarrolladas y se ha transformado en un factor político que está conmoviendo regímenes políticos como un todo. No solamente se ha producido un derrumbe catastrófico de la condición material de las masas sino, mucho más importante, de toda su perspectiva social. El contraste entre la expansión mundial del capitalismo en el período colonial y semicolonial, que dio un impulso sin precedentes al desarrollo de las fuerzas productivas de la periferia,contrasta con la catástrofe neutrónica que ha provocado la restauración capitalista en la ex URSS y en Europa Oriental. Incluso en China, que ha gozado de la ventaja comparativa de un atraso social mucho mayor, la restauración capitalista avanza en medio de catástrofes agrarias,ecológicas y financieras cada vez mayores.China es un campo de disputa del capital internacional que está socavando los últimos pilares de la cohesión nacional conquistada por la revolución de 1949.
Es notable la ceguera o, como se dice ahora, el negacionismo del “anticatastrofismo”.Porque la bancarrota de 2001 en Argentina fue una de las manifestaciones destacadas de la “catástrofe” capitalista contemporánea; paralizó el sistema económico durante varios meses, fue la consecuencia de una crisis mundial (1997-2002) y ha salido de ella precariamente como consecuencia de medidas extraordinarias a nivel internacional y de guerras por toda Asia. Las medidas extraordinarias,como los enormes déficits norteamericanos,provocan ahora el derrumbe inevitable del dólar y una crisis mayor a que la que intentaron remediar.Los gradualistas debieran reflexionar por qué no vieron venir la bancarrota de 2001 y por qué antes de esa bancarrota ya nos ‘acusaban’ de ‘catastrofismo’.En 2001 lo más importante no es que tocó fondo una de las “fases” del ciclo. Lo verdaderamente decisivo es que expresó una naturaleza terminal del metabolismo capitalista. Cuando la vida de una nación se paraliza por completo,cuando las transacciones mercantiles se paralizan, cuando la moneda nacional cesa literalmente de existir, el crédito deja de funcionar y el sistema financiero está formalmente quebrado en toda su extensión, cuando contingentes masivos de la población son lanzados a una inanición forzada; cuando todo esto sucede, hablar de una “crisis cíclica” que deber ser “mensurada”, como plantea Katz (pero que se anima a decir esto solamente después de la crisis), es una expresión del alivio del pequeño comerciante que logró salvar su tienda, o del profesor que aún conserva su cátedra. No es un planteo teórico,sino el comentario de un tercero.Es la época “catastrófica” del capitalismo senil lo que debe echar luz sobre la naturaleza de la crisis y no al revés. Los “anticatastrofistas” fracasaron completamente en interpretar la crisis que se desarrollaba ante sus ojos,y en un terreno en el cual se pretenden fuertes (como el de la “reflexión teórica”, que Katz reclama –‘antiparlamentariamente’– para sí). En la época de Bernstein, el crédito todavía funcionaba como adelanto de capital productivo. Esto se acabó hace mucho tiempo, inclusive cuando no se había secado la tinta de los escritos del propio jefe de los revisionistas.El capital bancario ha dejado su papel subordinado ante los requerimientos de su congénere de la industria (subordinación que marcó históricamente también al modo de producción capitalista como un avance civilizatorio al permitir que la industria y la producción a gran escala se desplegara a plenitud). No solamente prevalece el capital financiero, la “fusión” del capital bancario e industrial que implica un nuevo tipo social de capital dominante, específicamente parasitario; ese capital financiero se ha montado, ahora en un capital de operaciones virtuales (‘hedge funds’) que domina todo el movimiento del capital. El “derrumbe” de 2001 Si los “anticatastrofistas” fueran menos dogmáticos estudiarían la catástrofe de Argentina de 2001, en lugar de hacer como los políticos patronales que suspiran de alivio por el trance que dejaron atrás. Cuando Domingo Cavallo impuso el “corralito” para bloquear la corrida bancaria (que en verdad ya habían concretado los grandes capitalistas al fugar miles de millones de dólares para provocar la devaluación y,al mismo tiempo,beneficiarse con ella),se produjo un fenómeno excepcional en la historia del capital: la dislocación entre la compra y la venta, el cese del mecanismo mercantil elemental. Fue una demostración fantástica y práctica de que el producto del trabajo humano convertido en mercancía encierra un irreductible contradicción al condicionar su circulación a un acto que se desdobla en dos instancias,la compra y la venta, que responden a determinaciones diversas, que no son siempre ni armónicas ni complementarias y que se manifiestan en un antagonismo extremo en toda crisis,como expresión recurrente de los problemas insuperables del movimiento mercantil capitalista. Es a través de la circulación de mercancías que en el capitalismo se establecen las relaciones decisivas entre los hombres,las que tienen que ver con la reproducción de su vida en sociedad.Cuando esa circulación se fractura,se quiebran los hilos invisibles que aseguran el funcionamiento de la sociedad. Porque el capital no conoce otra “sociabilidad” que la que se constituye por la vía del intercambio mercantil. Esta caracterización del 2001 es más rigurosa que las que reducen la crisis a unos “ahorristas” aterrorizados por el encarcelamiento de su dinero.Es una caracterización que pone de relieve su magnitud histórica y revela, para el que quiera comprenderlo, la distancia teórica que media entre un análisis enriquecido con la teoría de la tendencia a la disolución del capital sobre la base de sus propias leyes,y el estrecho horizonte del economista que se dedica a “mensurar la crisis”.Digamos de pasada que todo el pensamiento científico contemporáneo se ha desplazado del universo del “medir y contar” (Galileo había dicho que Dios creó el mundo con el lenguaje matemático) al terreno más fecundo que se conoce como el de la “complejidad”. Los “anticatastrofistas” de la izquierda, como Katz, no tienen presente que una de las más modernas ramas de la ciencia es precisamente la “teoría de la catástrofe”,que pretende dar cuenta de los fenómenos que no pueden ser mensurados con los viejos recursos de la aritmética y el cálculo matemático tradicional.Hasta existe en la actualidad una llamada matemática de la “calidad”;algo que vale también la pena tener en cuenta cuando se trata de evaluar la dinámica del capitalismo como un sistema históricamente condicionado, que pasa,siempre con los métodos que le son propios,del ascenso a la decadencia, de la juventud a la vejez,de la vitalidad productiva a la descomposición de sus propios métodos sociales de producción. La “argentinización” de la economía mundial El capitalismo nativo, luego del Argentinazo, se ha recuperado y los números del gobierno muestran una economía capitalista que se reconstituye a tasas “chinas”.Los “mensuradores de crisis” están satisfechos:está confirmado que “el capitalismo sigue en pie”. (Los economistas norteamericanos discuten si el fin del ‘boom inmobiliario’ conducirá a un ‘soft landing’ o a un ‘hard landing’, una desaceleración o a una crisis.Katz ya está anotado ‘a priori’ con los agrimensores ‘optimistas’ del capital.) No se comprende, sin embargo, que la recuperación argentina está “preñada” por la bancarrota previa: no solamente porque el contenido social de esa recuperación es un agravamiento de la explotación y miseria social de las masas.Esta ‘recuperación’ sólo se sostiene,a pesar de las condiciones comerciales favorables,por la intervención del Estado. Librada a sí misma hubiera llevado, como en parte lleva, a una explosión financiera y a una explosión social.El 80% de las nuevas deudas de los bancos se destinan a saldar a las que habrían entrado en ‘default’. La economía argentina es, finalmente –y no podría dejar de serlo–, una traducción particular de un fenómeno de alcance mundial.Pero sólo puede ver esto quien lo indaga. Si se “mensura” el crecimiento del Producto Bruto de Estados Unidos se ve lo que un contador sin mayor perspicacia llamaría un “robusto crecimiento”. (Uno de los gurúes más estimados en tal 22 En Defensa del Marxismo • diciembre 2006 medio, R.Astarita, no tiene reparo en afirmar que no sólo no hay “catástrofe” alguna,sino que ni siquiera es posible hablar de crisis “tradicional” y que, al revés, asistimos a una de los despliegues más exuberantes del capitalismo en toda su historia). No obstante,si se tiene en cuenta:a) el desbarranque de la principal economía del planeta también a principios de la década, cuando se desplomó Wall Street,reventó la llamada “burbuja” de las empresas tecnológicas asociadas al negocio informático y cuando se vinieron abajo corporaciones gigantes que quebraron en una magnitud sin precedentes, como fue el caso emblemático de la Enron. Si se tiene en cuenta, también, que, b) para superar tal situación la economía norteamericana llegó a un nivel de déficit fiscal y en el comercio exterior que ha impulsado ‘burbujas’ especulativas colosales,sin salida,en todo el mundo.Si se tiene en cuenta,además,que c) en la “agenda” de la recuperación reciente de la economía de Bush hay que anotar el militarismo desbocado y la barbarie en Irak;...en síntesis,si se tiene en cuenta a la realidad misma,no es difícil entender el caso argentino como expresión de un escenario más amplio y convulsivo que domina el panorama mundial capitalista. Katz ha tomado la expresión del PO de la “argentinización de la economía mundial” -se titulaba así un artículo referido a las grandes bancarrotas yanquis del momento en el año 2002- como testimonio de que para el PO todos los gatos son pardos.¡Pero Argentina ocupaba en 2001 el primer lugar en negociación diaria de títulos de deuda en el mercado mundial! La “argentinización de la economía mundial” se encontraba en acto.Este peligro inició un intervencionismo norteamericano (pactado con China) para organizar una salida, necesariamente transicional, o sea que plantea una crisis aún más amplia. Irak y Afganistán fueron invadidos, más allá del petróleo y del control de Asia central, para sustentar la autoridad política del Estado norteamericano en su intervención económica. Este análisis es sustituido, por el gradualista Katz, por la reiteración de que se trata de “un desequilibrio más”. Una expresión interesante del carácter “epocal” de la economía del derrumbe capitalista lo revela la propia economía china, que es la mayor “burbuja” del convulsionado mercado planetario globalizado.A diferencia de lo que sucedió en otra etapa histórica con la economía yanqui, paradigma del desarrollo capitalista nacional en la época de ascenso de la sociedad burguesa, la actual expansión de China tiene características muy notorias de un período de saturación de la producción capitalista mundial. Estados Unidos fue proteccionista para cubrir a su mercado interior; China no.Estados Unidos importaba mucho más de lo que exportaba;China hace lo contrario. Estados Unidos se financiaba en el exterior para estirar el horizonte de su producción nacional, China es acreedora y asfixia el consumo interno con una tasa de inversión descomunal para satisfacer los apetitos del entrelazamiento con el capital financiero y monopólico foráneo que opera en la mayor plataforma de exportación de toda la historia.China es entonces una gigantesca economía “sobreproducida”,y que ha llevado las desproporciones que son propias del capitalismo a un nivel sin parangón,de dimensiones potencialmente catastróficas.Del mismo modo, si China se ha convertido, por un momento, en una sopapa de seguridad del capital mundial, que exporta a ella capitales y materias primas, antes tuvo que ocurrir una guerra civil, bajo la ‘revolución cultural’ y la restauración capitalista en todos los ex Estados obreros. En el caso de China late, con una tensión brutal, la realidad de un capitalismo en “exceso” que ha depredado regiones y ramas enteras de la economía mundial para “mantenerse en pie” (la muestra más feroz de este fenómeno es el proEn defensa del catastrofismo 23 ceso de destrucción que se procesó en los años ‘90 en la potencia industrial de lo que fue la vieja Unión Soviética, la mayor destrucción económica de una nación en “tiempos de paz”). Lo notable de este momento histórico consiste,precisamente,en que,en primer lugar, a pesar de la victoria mayor que significó para el capital la liquidación de la URSS, el proceso de restauración capitalista esté condicionado por la impasse más general del capital;que por eso mismo,en segundo lugar, no habían pasado diez años desde la disolución de la URSS, cuando una bancarrota general que comenzó en el sudeste asiático,no dejó títere con cabeza. Se extendió primero a la Rusia “restaurada”, luego a América Latina y alcanzó la ciudadela yanqui con la amenaza de un quebranto financiero general.Es decir,lo notable es que la propia salida para el capital que significa la reapropiación de mercados gigantescos de los cuales había sido expropiado,debe ser comprendida como parte de un proceso inacabado totalmente inserto en el período de una aguda decadencia histórica del capital. El problema ni siquiera es, en lo que respecta a este trabajo, investigar las alternativas que las contradicciones del momento actual de la economía del derrumbe capitalista plantea en términos de salidas más o menos transitorias, más o menos consistentes, desvíos o amortiguadores que den respuesta a los problemas más agudos del mercado mundial. La cuestión es otra, y resulta pedagógicamente pertinente recordar lo que Lenin respondió a Kautsky cuando este acabó por convertirse a la profesión de fe inaugurada por Bernstein. Kautsky argumentó entonces a favor de una especie de transición pacífica y no revolucionaria después de la Primera Guerra Mundial.Para esa transición sólo había que esperar que el capital mundial acabara por centralizar y concentrar los recursos del mundo entero a una escala tal, que de una suerte de “ultraimperialismo” se pasaría en forma natural al socialismo.Lenin planteó entonces que no había ninguna duda de que el mundo avanzaba a un escenario de hiperconcentración del capital imperialista, pero que lo hacía con sus propios métodos,con su anarquía,con su violencia,con sus crisis,con sus mecanismos de destrucción masiva de recursos; de modo que mucho antes de alcanzar el “ultraimperialismo”, se plantearía la cuestión de la revolución social para millones de seres humanos que integran el ejército de los obreros y explotados del capitalismo.Katz sostiene imperturbable que el “capitalismo sigue en pie” (aunque no pague salarios a miles de docentes de la UBA). Vale la misma respuesta: sigue en pie con sus métodos; a cada catástrofe y a cada manifestación de su crisis, la “salida” que puede encontrar reproduce y potencia esa misma catástrofe capitalista.Si uno no sabe lo que busca,dijo alguna vez un gran historiador, no entiende lo que encuentra. Un “capitalismo que sigue en pie” no ofrece perspectiva de transformación social (y, por definición, abole la categoría de perspectiva e instaura el fin de la historia). De ahí que Katz se haya convertido al keynesianismo,que es un programa precisamente de conservacionismo social.

Catastrofismo revolucionario

La conciencia “catastrofista”, inclusive concebida como inminencia de la revolución,es un rasgo distintivo original del marxismo,de su concepción del hombre y la historia. Marx y Engels fundan esa concepción, la que dominará luego toda su práctica intelectual, política y militante, como un discurso de la revolución. Es lo que pone de relieve el español Ciro Mesa, en un estudio reciente muy interesante y más que recomendable:“sus escritos (los de Marx) se encuentran atravesados por el pensamiento de que la revolución está a la vuelta de la esquina,de que puede acontecer en el instante si24 En Defensa del Marxismo • diciembre 2006 guiente... En sus textos la interconexión entre crítica y revolución irrumpe de un modo inmediato, natural y continuo. El concepto marxiano de historia se articula, pues, como una forma de intervención en un combate que ya está teniendo lugar. La era capitalista vendría a culminar en la contraposición abierta y definitiva entre clases.Ya no puede ser negado y ha alcanzado tal agudeza que cualquier discurso teórico habría que tomarlo como una forma de tomar parte de hecho en él...”. El catastrofismo de Marx se despliega a partir de la conciencia sobre la “inminencia de la revolución”. El “Manifiesto Comunista” es de 1848 en el apogeo de los movimientos revolucionarios de la época en Europa y tiene el propósito de intervenir prácticamente en ellos.En 1850 Marx realiza un balance de los acontecimientos revolucionarios en un documento conocido como Circular a la Liga de los Comunistas.Marx esperaba entonces que la revolución frustrada en Alemania,por el comportamiento pusilánime de la mediocre burguesía teutona,renaciera,en un episodio próximo,bajo la dirección de la pequeñoburguesía. En función de tal expectativa la mentada circular es un impresionante compendio de estrategia y táctica revolucionaria,que incluye un análisis sobre el carácter de la revolución y su dinámica de clase, las posiciones y vínculos entre sí de la burguesía,la pequeñoburguesía y la clase obrera, la política que debe desarrollar el proletariado.El tono,la tensión del texto y del objetivo al cual sirve siempre es “catastrófico”.Dice:“Nuestros intereses y nuestras tareas consisten en hacer la revolución permanente hasta que sea descartada toda dominación de las clases más o menos poseedoras,hasta que el proletariado conquiste el Poder del Estado, hasta que la asociación de los proletarios se desarrolle y no sólo en un país, sino en todos los países predominantes del mundo,en proporciones tales que cese la competencia entre los proletarios en estos países, y hasta que por lo menos las fuerzas productivas decisivas estén concentradas en manos del proletariado. Para nosotros no se trata de reformar la propiedad privada sino de abolirla; no se trata de paliar los antagonismos de clase, sino de abolir las clases; no se trata de mejorar la sociedad existente,sino de establecer una nueva”.Las expectativas de Marx sobre la revolución no se cumplieron en los plazos del pronóstico original, pero las conclusiones revolucionarias de la Circular ganaron una perspectiva todavía más amplia, y si se quiere profética y anticipatoria, en la cual se formaron las generaciones de revolucionarios que le siguieron. Riazanov en su extraordinario trabajo sobre la vida de Marx y Engels dice que Lenin conocía las conclusiones de la Circular de Marx de memoria,lo que explica la conducta adoptada por Lenin ante el gobierno de Kerensky,pocos meses antes de octubre de 1917. Los mencheviques aconsejaban dejar pasar el momento para cuando el capitalismo volviera a “ponerse en pie”.¿Y acaso no tuvieron razón, setenta años más tarde? Luego de la incumplida revolución del ’50, Marx planteó que el próximo “colapso” sobrevendría con la culminación del desarrollo de fuerzas productivas, que estimó estaría agotado para mediados de esa misma década. Y efectivamente la crisis sobrevino y aunque no provocó un estallido revolucionario, sí creó una situación revolucionaria (como explica Lenin en su estudio sobre situaciones revolucionarias); luego sobrevino la guerra franco-prusiana y la prematura Comuna de París. La secuencia podría seguirse con las expectativas de Marx,también cumplidas a medias,sobre las consecuencias del derrumbe de la producción agraria y la guerra civil yanqui al comenzar la década de los años sesenta del siglo XIX. Sobre el final de siglo, el propio Engels admitió que las expectativas de Marx y él mismo sobre la marcha de la revolución no se cumplieron, sin que esto quitase valor alguno a la teoría revolucionaria que sobre la base de una certeza inconEn defensa del catastrofismo 25 movible del “derrumbe del capital” ambos contribuyeron a cimentar de modo incomparable. Entendía lo que los marxistas ‘contables’ no asimilan -¡un siglo y medio después!- sobre la tendencia inevitable del capitalismo al colapso y a la disolución. Porque tanto Marx, como Engels, siguieron siendo “catastrofistas”, inclusive cuando estimaron que las vicisitudes de la economía capitalista y la maduración insuficiente del proletariado postergaban la revolución,por lo cual sacaron la conclusión de que esto reclamaba un trabajo de preparación política más prolongado para enfrentar adecuadamente...“el derrumbe del capitalismo”. El catastrofismo, este catastrofismo, está unido umbilicalmente a las concepciones de un socialismo riguroso,científico, revolucionario. Siempre fue así y siempre lo será. De la catástrofe a la revolución La caracterización que plantea la marcha inevitable de la sociedad burguesa a su propio desmoronamiento histórico como consecuencia de la “ley de movimiento del capital” (cuyo análisis y consecuencias,según las palabras del propio Marx,son la esencia de su propia obra);esta caracterización es el punto clave en el pasaje del socialismo como utopía al socialismo científico, según el título de un famoso libro de Engels. Pero el socialismo utópico que pretendía redimir a la humanidad, merced a los deseos, la racionalidad o inclusive la voluntad práctica de sus mejores representantes,fue en los comienzos del siglo XIX un síntoma precoz del “derrumbe del capitalismo” y hasta una expresión todavía primitiva, una transición hacia un socialismo obrero, cuando prácticamente no había obreros como clase forjada en la lucha contra el propio capitalismo.Ahora, doscientos años después, ya no el socialismo “utópico”,sino los trasnochados intentos por corregir la explotación capitalista con algunas inyecciones de dudosa moral,o de reflexiones metafísicas todavía más dudosas sobre el provenir, muestran apenas un retroceso vulgar en materia de pensamiento de alguien que prefiere ignorar que nos encontramos en un período de “revolución social”.Y que, además, ni si siquiera tiene el mérito de la novedad. La elaboración del “catastrofismo” se encuentra,si se nos permite la expresión,en el alma del marxismo.Marx mismo señaló que no había que ver en la miseria y degradación humana provocada por el capital, sólo eso, sólo miseria y degradación,sino reconocer en ambos su elemento revolucionario. De la catástrofe, entonces, emana el progreso y es la civilización que se reconstituye de su negación, es la afirmación del hombre como autocreación por medio del trabajo, superando la alienación de ese mismo trabajo. Marx retomó así para su propia cosecha los mejor de la filosofía de Hegel en la cual se había formado. La catástrofe del capital, o lo que es la tendencia a la disolución social que implica su existencia más allá de las premisas que lo tornaron un fenómeno histórico necesario (y episódico entonces a la escala de la Historia), es lo que Marx llamó la labor del viejo “topo”, precisamente porque es la destrucción del capital que se prepara como resultado de las leyes de movimiento, desarrollo ...y descomposición del propio capital. La tradición revolucionaria del marxismo nunca dejó de nutrirse y nutrir este catastrofismo,que alcanzará una nueva etapa de elaboración sobre la base del nivel que alcanza la sociedad capitalista y la lucha de clases en el siglo XIX y el siglo XX. Es, ya que hablamos de catástrofe, de la “última etapa” o “fase superior” del capital, para decirlo con las conocidas palabras de Lenin. El plano más elevado,que al revés del caso que nos ocupa,estimuló a las mejores cabezas del pensamiento socialista a caracterizar su “lugar histórico”.Es 26 En Defensa del Marxismo • diciembre 2006 cuando florecen las grandes obras de los revolucionarios, planteando la “catástrofe que nos amenaza”, otra vez, citando un texto del líder de Octubre, que diera lugar a una de sus contribuciones más interesantes en plena revolución rusa.(Katz,en cambio,se preocupa por “mensurar las crisis”,como una especie de contador que estima cuánto falta para el siempre inalcanzable “porvenir del socialismo”,preocupado por explicar siempre “por qué el capitalismo se mantiene en pie”, según sus propias palabras.)

Imperialismo

Las elaboraciones de Hilferding sobre el límite que alcanzaba el capital con las nuevas formas de capital financiero o ficticio, los análisis de Bujarin sobre las contradicciones insalvables de la “economía mundial” en la época del imperialismo, los planteos de Rosa Luxemburgo sobre los límites de la “acumulación del capital”, concentraron como nunca las caracterizaciones sobre el derrumbe del capital. Ocurría en los años dramáticos en que el movimiento obrero debatía la conducta a tomar frente a una catástrofe que se estimaba podía arrasar con la historia,como resultado,precisamente, de los obstáculos absolutos que enfrentaba el capitalismo para sobrevivirse a sí mismo. ¿Hay que recordar esto otra vez a los intelectuales e izquierdistas? Es la época de la gigantesca carnicería de la primera guerra mundial, es la época de la hecatombe de las viejas direcciones del movimiento obrero que terminan asociadas a esa misma carnicería, es la época de “socialismo o barbarie”, según la terrible dicotomía que planteara la propia Rosa Luxemburgo en 1915. El mérito de los revolucionarios de entonces fue haber puesto de relieve en una caracterización muy seria, cómo el desarrollo del capital había llevado a la sociedad burguesa a una suerte de ‘punto de inflexión histórico’, acabando con la libre competencia, hipertrofiando las formas de existencia más parasitarias del capital, extendiendo su dominación a escala planetaria y alcanzando así la constitución de un mercado mundial, que es la última estación de su “misión histórica” (Marx). La “catástrofe” era este “lugar histórico” (Lenin). La revolución se abrió paso como consecuencia del derrumbe y la catástrofe del capital.Fue el tema estratégico de debate de la Tercera Internacional. Es el “dato” insustituible, que los gradualistas consideran en el siglo XXI, con sorna, como una realidad superada; un derecho que nadie les puede negar, pero, claro, no en nuestro nombre, ni el del “socialismo”, ni el del “porvenir”, para no hablar de la revolución a la que han dejado de lado. Cuando las derrotas de la revolución mundial y el aislamiento de la revolución rusa llevaron a una degeneración de los soviets y dieron lugar a la aparición de ese tumor maligno del movimiento obrero que fue el stalinismo, el derrumbe del capital no cesó de hacer su camino. La época de guerras y revoluciones, los cataclismos económicos, las más brutales convulsiones sociales,las “catástrofes” bélicas más despiadadas inclusive se profundizaron.El análisis del derrumbe del capital tuvo que incorporar entonces la crisis de dirección del movimiento obrero,el desplazamiento de la cúpula burocrática en el poder al campo de la contrarrevolución.Esta combinación particular,históricamente trágica,del derrumbe del capital,por su lado,y degeneración de una burocracia surgida al interior de un Estado obrero,por el otro,llevó la catástrofe de la sociedad burguesa a un nivel impensado.El Programa de Transición (1938) habla, entonces, de una “crisis de la humanidad”. Este es el camino de la historia, el de la catástrofe a la revolución; el camino inverso es el de Katz y sus amigos, que es el resultado de la desmoralización. En defensa del catastrofismo 27 ...de la revolución a la catástrofe Lo prueba el hecho de que Katz al frente de un grupo denominado Economistas de Izquierda (EDI), llegó a celebrar la disolución social de 2001 en Argentina,porque habría ofrecido el escenario de una suerte de comunismo primitivo capaz de abrir paso a una sociedad auténticamente humana. El asunto,en todo caso,tiene su lógica y se puso de relieve muy claramente cuando los EDI de Katz tomaron como acta de nacimiento el planteo de un llamado “Frente Nacional contra la Pobreza” (de la CTA de De Gennaro, Lozano y Yasky).Que en la misma línea intelectual habían llegado a la conclusión de que el “derrumbe del capital” no conducía a ningún lugar en sus carreras profesionales.Se propusieron,entonces,la poco grata tarea de probar que todo el mundo podía comer sin necesidad de derrocar al capital, es decir, sin superarlo. Por eso se pasaron de los “frentes de liberación nacional y social” a los frentes contra la pobreza; no contra el capitalismo sino por su “humanización”. Ni siquiera se percataron (o sí) que “pobres” era la manera de designar a los menesterosos en la época precapitalista,cuando la tarea de socorrerlos estaba a cargo de organizaciones caritativas, en general eclesiásticas.“Pobre” es una denominación engañosa (por eso la prefieren los intelectuales diletantes) para encubrir la desocupación que deriva de la explotación capitalista,y más precisamente,cuando esa desocupación se transforma en crónica y masiva, en un resultado del “derrumbe del capital” y de su tendencia irrefrenable al colapso y la disolución social. Para concretar su propuesta,le dieron a la pobreza un tratamiento “impositivo”. Con el objetivo de poner en claro que no hacían referencia a la transformación social idearon un mecanismo tributario para mostrar que se podía asignar a todo núcleo familiar un ingreso monetario similar al marcado por la “línea de la pobreza”, es decir, que apenas permitiera comer mal.A esta peculiar forma de “eliminar” la pobreza le pusieron de nombre “seguro de empleo”, para que no se escapara una contraprestación laboral y que en ningún caso se tratara de un subsidio al desempleo, financiado por la clase capitalista responsable de la desocupación masiva. No debe extrañar, entonces, que la organización de los intelectuales que elaboraron esta propuesta apoyara al gobierno de la Alianza y algunos de ellos sean ahora funcionarios del gobierno de Kirchner.No es necesario mucho más para señalar el carácter marcadamente antiobrero de este planteo centroizquierdista. Basta decir que esta línea de políticas frente al desempleo en masa y a la pobreza endémica hace mucho forma parte de los planteos al respecto del Banco Mundial. Katz y su grupo de Economistas de Izquierda debutaron en pleno colapso económico,social y político de la Argentina,para copiar la propuesta centroizquierdista (e incluso del Banco Mundial). De tal modo que, siguiendo el libreto establecido por los colaboradores del gobierno de De la Rúa, rechazaron de movida exigir un subsidio al desocupado para plantear -y citamos textualmente- “un seguro de empleo y formación propuesto por organizaciones sociales y sindicales” (se refiere a la CTA). Para que no cupieran dudas, Katz y el EDI especificaron que “los seguros de empleo... gestionados por las organizaciones del movimiento de trabajadores desocupados podrán convertirse en verdaderas remuneraciones del trabajo comunitario para recuperar la cultura del trabajo en oposición al trabajo alienado que surge de la actual relación entre el trabajo y el capital”. Es decir, que Katz y sus EDI veían en la descomposición social que llevó a privar del plato de comida a los explotados (o sea que el capital era incapaz de reproducir la 28 En Defensa del Marxismo • diciembre 2006 fuerza de trabajo, o sea el “capital variable” necesario a su sistema social), para dar lugar a gigantescas ollas populares y diversos emprendimientos de autoayuda; veían en eso una “superación” del capitalismo y la forma suprema de convivencia humana en una existencia “desalienada”.La confusión de los efectos disolventes de la desocupación en masa con el “comunismo primitivo” no es otra cosa que una salida reaccionaria a la crisis a la esfera de que el capital “siga en pie”. Una igualdad en la miseria era presentada como la des-alienación del trabajo humano. Barbarie práctica y teórica Katz y sus amigos del EDI fueron en este camino hasta el final.Es así que propusieron como un paradigma de organización social,a la “economía del trueque”, o sea, el retorno a la economía pre-monetaria. Dirigentes del Partido Obrero, que eran a su vez líderes del movimiento piquetero, denunciaron al trueque como un mecanismo de confiscación económica y política.Por un lado, porque con la emisión incontrolada de “créditos” que servían para el intercambio se procedía a una devaluación creciente de este dinero “sui generis”, que acabó hundiendo a los mercados y a los “trocantes”. Esto, mientras algunos vivillos la presentaban como una salida “solidaria” a la crisis.Algunos tuvieron el atrevimiento de llamarlo “economía social” y no faltaron intelectuales que luego de fracasar en el estudio de la pobreza,se dedicaron a recabar fondos en algunas ONG para estudiar el fenómeno,dictar cursos y seminarios para líderes de la comunidad. Por otro lado, se trataba de una confiscación política porque el negocio del “trueque” se encontraba bajo el control de punteros y mafias peronistas que, más allá de sus propios beneficios, pretendían sustraer al pueblo empobrecido de la movilización y organización independiente contra el gobierno y el aparato estatal. En los mercados de “trueque” se produjo una hiperinflación de los “créditos”.Algo que inclusive podía “contabilizarse” en el número de créditos que se ofrecían a cambio de algunos trabajos de servicio personal (docentes para ayuda escolar, arreglos domésticos) frente al costo prohibitivo de algunos alimentos básicos.La falsificación indiscriminada de esa moneda basura (algo inevitable, porque el dinero no “se crea”) a cargo de diversas bandas vinculadas al aparato estatal, terminó por desmoronar los “mercados de trueque”. El trueque supra-potenció todas las lacras del fetichismo del dinero. Para Katz y los EDI,en cambio,el “trueque” constituía un fenómeno que “fomenta(ba) la dignidad del trabajo”, según escribió un coequiper de Katz. Como aquel personaje del impostor de Sartre que creía conveniente comenzar por engañarse a sí mismo para asegurarse que podría mejor confundir a los demás,Jorge Marchini explicó en una carta dirigida a Prensa Obrera (N° 750 del 18/4) el modelo socialista del “trueque” como de una “transparencia informativa –publicación del estado del circulante, auditoria por comisión abierta, inyección no arbitraria de nueva emisión, etc.– que no es habitual en la mayoría de las organizaciones sociales y políticas de la Argentina (ni siquiera en los partidos de izquierda, incluido el PO)”. Lamentablemente para Marchini-Katz, luego de sus análisis sobre la cristalinidad del mercado del trueque,el diario capitalista de mayor circulación en el país informaba sobre el derrumbe de la “red del trueque” por la sistemática estafa con los mentados “créditos” que por eso se desvalorizaban en la mayoría de los nodos al 90% del circulante”3 . En defensa del catastrofismo 29 3. Clarín, 17 de octubre de 2002 Ya no como economistas, que parece ser una materia que no dominan, al menos como hombres de izquierda,Katz y sus EDI deberían saber que en la época actual el “trueque” reaparece sólo como expresión de la barbarización. Esto mismo se verificó en la amplitud colosal que tomó la economía de trueque en la Rusia “restaurada” por el capital financiero. Los “economistas” de Katz no sólo no repararon en este hecho sino que olvidaron, como “teóricos”, que un mercado de “trueque” mucho más elaborado y productivo que el de ellos, ya había sido confundido con el socialismo por lo reformadores sociales del siglo XIX,incluyendo en esto a una de sus más conocidos representantes, como es el caso de Proudhon. Marx dedicó su Miseria de la filosofía a criticar la pretensión de Proudhon de superar al capitalismo mediante una economía del trueque que asegurara una justa “distribución” de las mercancías,a través de una suerte de certificados o “bonos de trabajo”,que acreditara las horas invertidas en su producción. Pero los productos del trabajo necesariamente ocultan esta condición (o sea que pierden la ‘transparencia’) y adoptan la forma intransferible de mercancías cuando el intercambio se realiza entre productores privados independientes unos de otros.En este caso, la regulación de este trabajo social dividido, sólo puede tener lugar, luego de un largo proceso histórico,a espaldas de los productores,a los cuales esa regulación (el dinero) se impone como una fuerza exterior. Proudhon pretendía superar al capital con una circulación general de mercancías,que en la medida que circulan se convierten en dinero y en capital (comercial-mercantilfinanciero). Marx demostró que la idea de los “bonos de trabajo” ni siquiera era propia de Proudhon sino que había sido formulada con anterioridad y en primer lugar por un inglés llamado John Gray (ver su artículo “John Gray y los vales de trabajo”) y que Proudhon la había extremado al absurdo punto de “sacralizar la mercancía como la esencia del socialismo” (idem).De todos modos,el planteo de Proudhon consistía en asegurar el “trueque” entre productores mercantiles reales; el de Katz y los EDI en asegurar el intercambio de consumidores desahuciados.El antecedente recuerda aquello de que cuando las cosas se repiten, emergen desgastadas. Miseria de la economía No hay nada arbitrario en este comentario. Katz ‘asignó’ a los “economistas de izquierda” la tarea de “demostrar que un régimen basado en las reglas del mercado y la competencia puede ser reemplazado por otro sistema de organización real de la producción, orientado por las necesidades prioritarias de la población” (ataca al mercado pero no a la explotación capitalista, a la circulación, no a la producción). Precisamente, la identificación del socialismo con la “producción racional y colectiva” es propia de los tiempos prehistóricos del movimiento socialista,como tuvimos oportunidad de señalarlo en un artículo sobre el punto, titulado “El socialismo arqueológico de los economoizquierdistas”4 . Decíamos en aquella nota que Claudio Katz había olvidado entonces el “curso de formación” que supimos dictar y en el cual citábamos a un terrateniente cuáquero que ya en 1696 presentó en el Parlamento británico un proyecto de sociedades cooperativas que mostraba las enormes ventajas de la “organización racional de la producción” concebida como tarea colectiva y planificada. El hombre, claro, no era socialista. Más acá,aunque doscientos años atrás,a comienzos del siglo XIX,las asociaciones de producción y consumo “planificadas” para la labor colectiva de miles de personas fueron ideadas por los exponentes del llamado “socialis30 En Defensa del Marxismo • diciembre 2006 4. Prensa Obrera N° 765, 1º de agosto de 2002 mo utópico”,en cuyas filas militaban industriales y filántropos.Más todavía,al final de ese mismo siglo,un mediocre socialista alemán,adversario de Marx y del movimiento obrero revolucionario, llegó a la conclusión de que una “organización metódica de la economía planificada” podría multiplicar rápidamente los ingresos de los obreros y reducir el horario de trabajo a la mitad del tiempo entonces vigente. Katz y los EDI boys se han dado a la tarea de volver a explicar,como “objetivo principal”,lo que era original hace más de trescientos años, pero no hoy. Lo cierto es que socialismo y producción planificada no son sinónimos, y emparejarlos es un error... pre-socialista. Que estos muchachos liderados por Katz sean considerados como “teóricos” de la economía política y de la “renovación socialista” es una especie de “mundo del revés”, según la conocida canción para niños de María Elena Walsh.La cuestión del socialismo no es de “racionalidad”;el capitalismo le dio al racionalismo un ímpetu sin precedentes.La pérdida de la “razón de ser” del capitalismo debe ser demostrada históricamente,por su bloqueo al desarrollo de las fuerzas productivas, y de ningún modo deducida de los principios de la “razón”.Al contrario, Marx identificó al derrumbe y a la catástrofe como una situación en el cual ya ni siquiera funcionaba la “razón organizadora del capital”. Marx expresó muchas veces que la “anarquía” y la “competencia capitalista” habían servido históricamente, bajo formas sociales contradictorias, para dar una extensión universal al mercado y poner en pie un “obrero colectivo”;un “taller social” de alcances planetarios que constituía la premisa para emprender una verdadera emancipación del hombre que mereciera el nombre de tal.Esto significa que el capitalismo no habría ocupado un lugar en la historia si no fuera precisamente por su “racionalidad” (frente a los modos de producción anteriores a él).Los mejores exponentes del movimiento socialista dijeron hace más de cien años que lo que importa no son las premisas técnicas de la “producción planificada” sino las condiciones sociopolíticas para concretarlas: la constitución de la clase obrera como organización política autónoma y su conciencia de que hay que destruir la maquinaria estatal de la burguesía, es decir, la revolución proletaria y socialista. Se ve que ya conocían a los “economistas de izquierda” de su tiempo.
Miseria de los “economistas” (y de los no tanto) Conviene recordar ahora que la jefatura de hecho que asumió Katz entre los EDI no tuvo que ver absolutamente nada con sus, como vimos, discutibles cualidades como economista. Como lo señalamos en su oportunidad (“Propiedad,poder,economía”,en Prensa Obrera N° 783,5/12/02) los EDI salieron en su momento a la luz pública al ser súbitamente lanzados a la promoción mediática cuando el mismísimo Claudio Katz fue ungido ni más ni menos que como hipotético ministro de Economía de un igualmente hipotético gobierno de Luis Zamora. Zamora, un ex izquierdista que había abandonado la política casi una década atrás,luego del Argentinazo se presentó a elecciones repudiando la “partidocracia”, en particular la de la izquierda. Reivindicó su rol de francotirador en nombre de una especie de “autonomismo” de la “autodeterminación” individual; sobre todo si servía para recolectar votos entre quienes repudian todo tipo de liderazgos salvo el propio y para acceder a una banca convenientemente remunerada (es la acusación prácticamente literal del puñado de seguidores que poco tiempo después acabaron por fugar en masa del grupo zamorista, hoy aletargado en un piadoso olvido). En función de esa misma línea y al ser indagado en el pico de su popularidad sobre como haría para enfrentar los problemas económicos del país,Zamora naturalmente eligió otro individuo “autodeterminado” y,calificando positivamente su En defensa del catastrofismo 31 saber “económico”,nominó a...Claudio Katz como posible jefe de la cartera respectiva en su “gabinete”. En esas circunstancias,y en lugar de delimitarse de un planteo verdaderamente patético,Katz y el EDI armaron a toda prisa una presentación especial de su “programa” en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, que hasta la televisión reprodujo en horario noble. Su atractivo consistía en que presentaba una “propuesta socialista” elaborada por profesores universitarios y bajo el amparo de un político estrella de las encuestas de voto.Cierta izquierda que no podía resistir la promesa de algunos miles de papeletas electorales, se subió inmediatamente al carro de los EDI. La misma centroizquierda,recordemos,incluyó en el “programa” del EDI el planteo inadmisible de un miserable “seguro de empleo”. La propuesta del EDI fue entonces firmada por economistas y personajes de los más diversos que no tenían nada que ver con la economía,pero compartían con los seguidores de Katz su rechazo a un planteo revolucionario y el afán por presentar esto como una “propuesta económica socialista”. El concepto mismo de una propuesta “económica” socialista es, sin embargo, un contrasentido. Porque “la economía política es la ciencia de la miseria humana”, como afirma el autor de una de las mayores investigaciones académicas sobre la evolución del pensamiento de Marx5 , y su crítica es el punto de partida del socialismo. La economía es sinónimo de un modo de producción social dominado por las mercancías y el capital, es decir, por la anarquía y la explotación del trabajo humano. Por esto mismo la crítica de la economía política no conduce a la perfección de la disciplina sino a su superación. Nos lleva, más allá del terreno de la economía, al plano de una teoría histórica, social y revolucionaria del mundo capitalista6 . La economía, condicionada históricamente por la sociedad burguesa a la cual embellece,está llamada a ser disuelta junto a la desaparición de ésta última,como resultado del proceso que es propio de la revolución socialista. Las contradicciones insuperables de la economía se resuelven, entonces, en el terreno de la lucha de clases y de la disputa por el poder. Pero Katz y los EDI declararon explícitamente que sus planteos excluían cualquier definición respecto a un planteo de “poder”, para mantenerse en el terreno de la “economía”.Textualmente: “no definimos qué tipo de gobierno supone la aplicación de nuestras propuestas”. Nada que agregar entonces sobre semejante definición...“socialista”. Miseria del socialismo El socialismo convertido en “propuesta económica” consiste para Katz,y para una enorme cantidad de organizaciones y grupos izquierdistas e izquierdosos,en pregonar una serie de estatizaciones y nacionalizaciones de empresas varias.La confusión de tal modo entre estatismo y socialismo es especialmente negativa porque el segundo debe distinguirse en particular por su crítica al primero y por plantear en consecuencia la destrucción de la hipertrofiada máquina estatal capitalista con el objetivo de colocar todo el proceso social bajo el comando colectivo de los productores, es decir, de los trabajadores.Y el primer problema de los trabajadores en una transformación revolucionaria no es la propiedad sino el poder. Es el principio de todo... y desde el principio: “el primer paso de la revolución obrera es la toma del poder... del cual se valdrá (el proletariado) para despojar paulatinamente a la burguesía de todo el capital”7 . 32 En Defensa del Marxismo • diciembre 2006 5. Maximilien Rubel, en Karl Marx, una biografía intelectual, Ed. Paidós. 6. George Labica y otros, Dictionnaire de Marxismo, Ed. Presses Universitaires de France. 7. Karl Marx, Manifiesto Comunista. Es decir,primero el poder,luego la propiedad,no al revés.En cambio,para Katz y cía., el “programa” consiste en eludir el problema del poder. Recordemos, además, que setenta años después de lo señalado por Marx en el Manifiesto, la misma cuestión reaparece en un notable texto escrito por Lenin en agosto de 1917, dos meses antes de la revolución socialista soviética8 . Entonces, el panorama aparecía dominado por un enorme caos y desorganización económica.Lenin planteó que la cuestión podía y debía ser resuelta sometiendo todo el tejido productivo al “control,la vigilancia y la contabilidad”. Esto implicaba la centralización inmediata de recursos, comenzando por los bancos y su administración racional mediante el “control obrero” colectivo. Sólo de la pelea por tal control, es decir, de la disputa por el poder de comando de la situación, se derivaría el destino de toda la transformación social.Pretender expropiar a la burguesía sin luchar por destruir su Estado y llevar al proletariado al poder es propio de un “economista” atrapado en su propio laberinto. ¿Se puede decir entonces,como lo ha hecho el PTS en una crítica de muy escaso valor, que el problema Katz y el EDI es presentar un programa “económico” correcto y socialista, pero con el defecto de no plantear el “sujeto social” capaz de ejecutarlo? No es así. Una crisis profunda y decisiva puede llevar a la burguesía a las más variadas nacionalizaciones y expropiaciones... para reconstruir las bases de la economía capitalista y del Estado que le corresponde. Un programa que no conecta de un modo directo los ataques a la propiedad burguesa con la necesidad del poder obrero –y esto con la finalidad de hacer compatible sus propuestas con los enemigos de un gobierno de los trabajadores– es un programa pequeño burgués y antiobrero. El programa de Katz y el EDI corresponde a un sujeto social bien definido. Es la clase media intelectual, cebada en su supuesto dominio de la “teoría”, vacilante e inconsecuente.Pequeña burguesía que encuentra en la “economía” el terreno ideal del diletantismo. Del mismo modo que encuentra en la acción colectiva y disciplinada de una organización obrera su enemigo natural. El campo del EDI no es el de la acción y la movilización práctica, sino el de la “asesoría” y las “mesas redondas”. Descubrir lo viejo En alguna oportunidad Marx fue interrogado sobre como pensaba que sería una sociedad socialista. Contestó despreciando la cuestión, como si la propia pregunta no supusiera una completa ignorancia acerca de sus planteos, concentrados en analizar las contradicciones de la sociedad capitalista y la organización del proletariado destinada a derrocarla y nunca en especular abstractamente sobre los tiempos que vendrán.“No soy el cocinero que provee las recetas del porvenir”, respondió entonces Marx. Katz acaba de publicar un libro sobre el “porvenir del socialismo” en el cual no falta ninguna de las recetas posibles. Suprime el movimiento de la revolución, la lucha del movimiento obrero por sus objetivos históricos y, en su lugar, se ofrece es una larga letanía en torno a algo que para Katz es una obsesión recurrente: la “democracia”. Una suerte de quimera, de esencia fundante tanto del capitalismo como del socialismo, puesto que la democracia constituye “una noción compartida” por ambos,dice Katz (pág. 199). Como coincidencia llamativa, digamos, que Bernstein inició su prédica del revisionismo con planteos muy similares en un trabajo llamado “Problemas del socialismo”. En defensa del catastrofismo 33 8. Vladimir Lenin, La catástrofe que nos amenaza, y cómo combatirla. La atribución a la democracia de un “valor universal” es un planteo en principio tan viejo como el propio pensamiento burgués y hunde sus raíces en mitos, religiones y filosofías que se remontan muy atrás en el tiempo. Pero, inclusive, cuando jugó un papel revolucionario, no lo hizo como bandera “universal” sino como dictadura jacobina. Era entonces la democracia revolucionaria que arrasaba sin miramientos -y también sin los prejuicios de la formalidad institucional de la democracia- contra todo lo que se oponía a la rebelión popular. Era “universal” hacia el futuro, no hacia el pasado. ¿Qué tiene de universal un régimen que perpetúa y que refuerza la oposición del hombre contra el hombre y la explotación de una mayoría por una minoría? La crítica a las limitaciones insalvables de lo mejor de la democracia burguesa es demasiado conocida como para repetirla acá y destacó en particular la contradicción entre la igualdad formal (y ficticia) en el plano político y la desigualdad real (y creciente) que es propia del sistema capitalista. En los materiales más elementales que todo militante socialista lee desde un comienzo figuran los que rezan la doctrina básica de que aunque los regímenes políticos de la burguesía no sean indiferentes para el proletariado y los explotados, la más amplia de las democracias no deja de ser una dictadura del capital. Cuando Claudio Katz afirma que “el socialismo presupone (nótese: pre-supone) la instauración de una democracia genuina”, el asunto es mucho más prosaico y nada tiene que ver con el campo de lo que es revolucionario sino más bien con su opuesto. Si algunas décadas atrás floreció el pseudo descubrimiento del “valor universal de la democracia”, la referencia no era la transformación radical del mundo medieval ni de ningún otro mundo, sino, al revés, el embellecimiento de los más podrido de la democracia imperialista, del voto manipulado por el capital, del parlamentarismo corporativo, de la división de poderes para mejor engañar al pueblo, del estado de derecho contra la acción directa... y la revolución. Esto ya no es teoría sino historia práctica reciente; fue cuando “el eurocomunismo” en el final de los años ’70 del siglo pasado se preparó para el ejercicio directo de la “democracia”, es decir, el comando de las potencias capitalistas europeas. La teoría del “valor universal” de la democracia se acuñó en la península itálica entonces como fundamento del “compromiso histórico” forjado por el stalinismo vernáculo con la mafia vaticana de la democracia cristiana. En nuestro continente fue tempranamente importada por la izquierda brasileña para proclamar que renunciaba a cualquier planteo revolucionario para acabar con la dictadura militar de la época y, al contrario, para afirmar su disposición a pactar una sucesión “institucional”, es decir, antidemocrática, con los militares en el poder. Los teóricos del “valor universal” de la democracia son los que terminaron llegando al poder con Fernando Henrique Cardoso, primero, y con Lula más tarde. Es un plato recalentado y en estado de descomposición el que nos ofrece Katz y ni más ni menos que para el “porvenir del socialismo”. ¡Ay, Dios (si existiera)! En realidad, ya no hay nada de socialismo; el socialismo se ha transformado en una suerte de extensión de la “democracia”. No sólo “presupone” el socialismo:“la democracia es la condición para un progreso emancipatorio, porque coloca los destinos de la sociedad en manos de la mayoría popular” (pág. 223). Abajo la revolución socialista entonces, viva la democracia.Tampoco hay proletariado, sólo “pueblo”. El “porvenir del socialismo” se carga así del anacronismo de su inventor y arrastra un populacherismo de museo libresco. El escenario socialista se con34 En Defensa del Marxismo • diciembre 2006 cretaría entonces con la conquista de lo que Katz llama la “ciudadanía plena” ya que el capitalismo la ha coartado o dejado irresuelta. Pero la “ciudadanía” es el lado conservador de la revolución democrática, es la llamada emancipación política que se traduce en la “igualdad”... ante la ley, en la sociedad en la cual el contrato y la ficción jurídica convierte en sujetos “equivalentes” al “patrón” y al “obrero” ...es la “sociedad civil” cuyos antagonismos, según la célebre sentencia de Marx, encuentran su “resumen oficial” en el poder político de la burguesía. ¿Pero acaso con nuestros “teóricos” tendremos que empezar todo de nuevo? La “ciudadanía plena” es la utopía idealizada del mundo burgués en la época más bárbara de la decadencia capitalista; es el “socialismo” ...de la izquierda antirrevolucionaria.

Miseria de la política

La receta de Katz tiene un lado si se quiere simpático, cuando su “democracia”, que se le ocurre “socialista”, adquiere la forma de un producto de cotillón en la misma medida en que puede imaginarse como esos disfraces que se componen o adornan con fantasías y oropeles a elección del consumidor. Su “modelo” se compone con lo bueno de la democracia “directa”, lo mejor de la “indirecta”, un poco de lo que es propio del “consejismo”, otro del “régimen político libertario” y algún condimento de “multipartidismo”. Finalmente, todo tiene en este mundo algo bueno, según el pensamiento de este intelectual devenido en una variante de pastor socialista.Y todo ello debe tenerse en cuenta,dice Katz, para “prefigurar el régimen político del futuro”, que es lo que define como el propósito fundamental de su “reflexión teórica”. Este es el retrato genuino de estos “filósofos de la miseria”, vestido de ese tipo de personaje cocinero que nos brinda las recetas del mañana, su “modelo para armar”, que ofrece como resultado de la lectura de todas las fórmulas posibles y de las cuales nos presenta siempre el sabor más apropiado. La consecuencia es una especulación vana, vacía de contenido y que sólo busca impresionar por la cantidad de información que reúne de libros y artículos leídos sin ton ni son y de numerosos “papers” dedicados a similares ejercicios de “reflexología”, que en este caso nada tiene que ver con la disciplina del Dr. Pavlov. El socialismo como ciencia nació para descartar las recetas y Katz propone renovarlo transformándolo en un libro de cocina...“El señor convendrá conmigo en que un hombre que no comprendió el estado actual de la sociedad, comprenderá menos aún el movimiento que tiende a subvertirla y las expresiones literarias de este movimiento revolucionario”, escribió cierta vez Marx respecto a alguien bien más ilustre que el que nos toca en suerte. Es la desaparición de la política. El “porvenir del socialismo” es un ejercicio pasatista de literatura sin rigor que se adereza seguramente con alguna conferencia o viaje que pueda sentar bien al espíritu del autor. Es un estilo, una especie de socialismo “fashion”: el texto de Katz es amable y grato, porque jamás asume la dureza de una lucha ideológica concreta. La polémica es siempre insinuada, lateral, nunca dirigida a la conquista abierta de una posición por la cual jugarse, siempre evitando la controversia llana. Cuando se la plantea, al mismo tiempo se la disimula, como quien arroja la piedra y esconde la mano. Por eso la cita que encabeza este mismo artículo de crítica al Partido Obrero, nunca fue dirigida en realidad al... Partido Obrero; nosotros “forzamos” la aparición del sujeto para una polémica más leal. Katz hace la crítica mencionando En defensa del catastrofismo 35 a un supuesto “crítico del reformismo” innominado (partidario del “catastrofismo”, etc.) y sólo una cita de pie de página medio perdida aclara que se trata de Jorge Altamira y de un artículo de Prensa Obrera que, de todos modos, no se dice que es el órgano del Partido Obrero. No es un detalle. En el territorio de Claudio Katz no hay partidos, tendencias, programas, organizaciones: todas las referencias remiten a “comentaristas”,“autores”,“investigadores”,“especialistas”. El tono pretendidamente académico es en sí mismo toda una definición y transforma al propio Katz en un “economista” o “profesor” del cual se vale la izquierda que descree definitivamente de las revoluciones y de la clase obrera para hacer pasar su propia involución. Es una interesante “dialéctica”, muy de nuestro tiempo. Katz mismo ha alcanzado el “desideratum”, muy cómodo para el “intelectual”, de la completa irresponsabilidad y esto en el sentido preciso de que no es responsable ante nadie,ningún agrupamiento, ninguna organización. La organización, sin embargo, es la condición para dar cuenta del “derrumbe del capitalismo”. Es necesario la asociación de los hombres, su conciencia, su acción práctica, la constitución de la vanguardia obrera como partido. Este es el propósito que se trazaron los fundadores del socialismo científico, partiendo, claro, del “dato” del “derrumbe del capitalismo”. Ni el PO, ni cualquier auténtico militante socialista tiene como propósito “mensurar” la “dimensión” de cada crisis capitalista, una tarea que, además es imposible de completar, porque requiere tiempo y perspectiva. Esto lo señaló Engels, más de un siglo atrás, cuando planteó que los socialistas estamos obligados a actuar contra la barbarie capitalista aún sin poder “mensurar” la “dimensión de las crisis”, lo que no impide apreciar su naturaleza histórica. El PO, ni ningún partido obrero, tiene la función de un economista, no tiene inversiones en la Bolsa, ni empresas que salvar de la bancarrota,“mensurando” ganancias y perdidas en una crisis. En un debate reciente, Katz admitió que en sus elucubraciones sobre el “modelo” del “porvenir del socialismo” “excluye” considerar lo que sucedería en los “períodos de excepción”, es decir,“excluye” considerar la revolución que, naturalmente, es un acontecimiento histórico excepcional. De eso no se habla; no se habla de la catástrofe capitalista ni de la revolución que engendra. La crítica al “catastrofismo” es la crítica a la revolución social simplemente disfrazada de...“debate socialista”. Es la intelectualidad desnaturalizada, es decir, no al servicio del conocimiento, sino de la confusión y de malherir la teoría. Semejante cosa fue “explicada” en un Instituto del Pensamiento Socialista. Suena a Discépolo y cambalache. Como aquel emergente de la familia enferma en el cual se concentran los síntomas patológicos de su entorno aparentemente sano, Katz se convirtió en una expresión del lastimoso retroceso de una parte enorme de la izquierda, aplastada por las evidencias de una barbarie del capital que no cesa, incapaz de descubrir el elemento revolucionario que anida en un derrumbe civilizatorio que es incapaz de reconocer o sencillamente ocupada en disfrazar su propia impotencia,cuando no su propia impostura. El “porvenir del socialismo”, del que apenas hacemos una mención porque seguir sus meandros haría ahora excesivamente largo este trabajo ya demasiado extenso, es el retrato de este presente de confusión y desdicha que ha quebrado a tanta izquierda aquí y en el mundo. Por eso es que en la página web de la llamada “Liga Comunista Revolucionaria” de Francia figura Katz como renovador del marxismo en las pampas, es premiado oficialmente en Venezuela como librepensador 36 En Defensa del Marxismo • diciembre 2006 En defensa del catastrofismo 37 “socialista” y abunda en una producción tan copiosa como insustancial con la cual rinde culto al programa de Voltaire de “cuidar el propio jardín”. Lo que una expresión latina llamaba “quid pro quo” es lo que explica la necesidad de este texto.

Esta nota fue publicada originalmente en la revista En defensa del marxismo