por Laura Trombetta
Al Negro no le gusta usar forro, dice que es como coger con
una bolsa y eso no tiene gracia, tampoco
quiere terminar afuera, si no quiero quedar embarazada entonces tengo que
aceptar que sea “por atrás”, pero eso a
mí no me gusta, y le tengo miedo. Y este mes no me vino. No sé que voy a hacer.
Puedo ir a lo de la Irma. Ella dice que sabe como hacértelo
perder.
Pero el mes pasado la Julia fue y después la internaron en
el hospital con unos dolores terribles y se murió.
Y si me muero ¿quién va a cuidar a mis críos?
La Mary es chiquita, apenas puede con su cuerpito.
Podría decirle a la patrona, quizás ella sepa de alguien.
Siempre me está diciendo que cuando tenga un problema puedo contar con ella.
Pero me da vergüenza. Es tan fina, siempre hablando bien, nunca se manda
ninguna puteada, dice que las mujeres nos tenemos que cuidar entre nosotras y
hacernos respetar.
Los viernes me prepara un paquetito, para que se los lleve a
los chicos, dice, y ellos esperan esas macitas ¡Son tan ricas! Las compra en
una confitera del centro, cuando sale del trabajo, del estudio.
Dice que allí ve de todo. Pero yo creo que ella ni se
imagina lo que es ser pobre.
Su casa tiene baño con todo. No como en la casilla que
alquilamos, para bañar a los chicos tengo que calentar agua y ponerlos dentro
del fuentón. A ellos les gusta, pero…
Dice que defiende a las que les pegan, pero que es difícil,
muchas no quieren dejar la casa, no tienen a dónde ir. Y por lo menos tienen un
plato de comida y una cama y sus hijos están bien.
Ahora escuché por la tele que algunas quieren que nosotras
tengamos la posibilidad de abortar como las ricas ¡Así quién no!
La patrona antes de salir se pone un pañuelo verde, dice que
es para que todos sepan por lo que luchamos, así, en plural.
Me quiso dar un pañuelo, pero tengo miedo que al Negro le
moleste. Él piensa que esas son unas mal cogidas o trolas. Que ahora las
mujeres la pasamos rebien, si no que mire a su madre. Su viejo volvía todas las
tardes en curda y la cagaba a trompadas, pero ella jamás se quejó y tuvieron 10
hijos, todos laburantes, ninguno ladrón.
Pero yo no quiero más chicos. Ahora el Juan ya va al jardín
y yo puedo salir a trabajar.
Me arriesgo y le hablo a la patrona.
—Señora, puedo pedirle un favor….
Tremendo cuento. Laura . Felicitaciones. Conmovedor
ResponderEliminarTremendo cuento. Laura . Felicitaciones. Conmovedor
ResponderEliminarTremendo cuento. Laura . Felicitaciones. Conmovedor
ResponderEliminarTremendo cuento. Laura . Felicitaciones. Conmovedor
ResponderEliminarPotente !!!
ResponderEliminarFelicitaciones, Laura!!. Con final abierto, como lo entiendo, - no sé qué pasará, pero hay una luz de esperanza con ese bello final. Qué conocimiento de lxs más desposeídxs, y las mujeres doblemente oprimidas, aunque en este ciento no se hable de eso porque no hace falta, porque este cuento, está tan bien escrito. Qué minicuento estupendo. Bravo, Laura!
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