Por Alejandro
Guerrero
Este sábado, River y Estudiantes de La Plata, puntero del
torneo, debían jugar a las 20 horas en el estadio de Huracán, porque el
Monumental estará ocupado con el recital de Guns N’ Roses. Sin embargo, el
horario del partido, aun en contra de las necesidades comerciales de la
televisión, se adelantó para las 16, un horario insólito para el partido más
importante de la fecha. El cambio fue impuesto por la barra brava de River, Los
Borrachos del Tablón, porque los mafiosos que la integran tienen que llegar a
tiempo para realizar sus negocios en el recital, a saber: la venta de 3.000
entradas cedidas por los organizadores, por supuesto bajo extorsión, más la
distribución de “trapitos” y otras yerbas en los alrededores. Los Borrachos tendrán
también dos molinetes libres, manejados por ellos. Como se ve, el fútbol
argentino está conducido por organizaciones delictivas en todos sus niveles.
El gobierno nacional, entretanto, por intermedio de una
marioneta como Armando Pérez, ha transformado la “comisión regularizadora” que
tiene intervenida la AFA en una fuerza de ocupación. Y lo hace por cuenta de esa
suerte de “mini-Davos” futbolístico que se propone instaurar un régimen de
sociedades anónimas en los clubes y entregarle el negocio de los derechos de
televisión a grandes pulpos internacionales como, por ejemplo, el de Ted Turner
(Imagen Satelital SA en la Argentina). A tal punto es así que, ante la rebelión
de los clubes, el ítalo colombiano Primo Corvaro envió una nota para advertir
que aquella comisión es la única autoridad reconocida del fútbol argentino.
Así, con el único respaldo del propio Pérez y de Daniel
Angelici, avanza con chantajes y presiones sobre casi toda la dirigencia del
fútbol argentino. Parece un objetivo de cumplimiento imposible; sin embargo,
tiene su mejor carta en la corrupción y desintegración de esos dirigentes y en
el estado de quiebra de la mayoría de los clubes. “Me pasé la vida apretando
gente y ahora estos me aprietan a mí”: la sorna de Hugo Moyano, el burócrata
que saltó de la CGT a la presidencia de Independiente con ambiciones de
conducir la AFA, es bien gráfica. El fútbol ha quedado en el medio de una lucha
entre mafiosos.
En esa pugna el gobierno atacó con la AFIP: denunció
penalmente a dirigentes de nueve clubes y anunció que se suprimirá el régimen
ordenado por el decreto 1212, de 2003, dictado por la presidencia de Eduardo
Duhalde. Ese decreto dispone que los clubes paguen cargas sociales del 7 por
ciento en vez del 31 que aportan las empresas. Al mismo tiempo se dejarán de
girar los fondos de Fútbol para Todos, que desaparece el 1° de enero. La
ofensiva de la Afip llegó apenas un par de días después de una reunión de
dirigentes de clubes en un restaurante de Puerto Madero, donde discutieron cómo
hacerle frente a la intervención en la AFA. El jueves 3 hubo otra, que discutió
un posible lock-out a partir del fin de semana, cosa que finalmente no prosperó
por la oposición de River y Boca.
La Afip logró unir lo que antes estaba disperso: quedó
Angelici de un lado y el resto del otro, y el titular de Boca hace frente a una
oposición creciente dentro de su propio club. Ahora, según La Nación (2/11) Angelici busca puentes para romper su aislamiento
y habría logrado un principio de acuerdo con el titular de River, Rodolfo
D’Onofrio. Entretanto, un viejo lobista y operador como Cherquis Bialo, ex
secretario de prensa de la AFA en tiempos de Julio Grondona y echado por Pérez,
cuenta en Infobae (31/10) que una
reunión en San Juan entre dirigentes del Nacional B, la B Metropolitana y el
Consejo Federal acordó exigir la salida de Pérez. Los allí reunidos
desempolvaron la candidatura de Marcelo Tinelli a la presidencia de la
Asociación. El conductor de ShowMatch, por su lado, se sacó fotos con Pablo
Moyano, como para hacer saber de qué lado está ahora.
Por otra parte, como bien recuerda el diario Tiempo Argentino en su edición del
domingo 30 de octubre, funcionarios del gobierno (Macri el primero cuando fue
presidente de Boca) están incursos en los mismos delitos que denuncian, o
peores.
Por ejemplo, el jefe de los espías, Gustavo Arribas, era
titular en la Argentina del grupo empresarial inglés Stellar Group, dedicado a
cometer estafas con pases de jugadores de fútbol. Por recordar sólo un caso, Jonathan
Calleri, ex Boca, fue transferido en 2015, por 12 millones de dólares… a
Deportivo Maldonado, de la segunda división uruguaya. Calleri viajó a
Montevideo, firmó el contrato y se volvió a Buenos Aires. Jamás se puso la
camiseta de Maldonado ni conoció la cancha. Ese club, una sociedad anónima (en
Uruguay ya rige ese sistema: en materia de entreguismo el Frente Amplio es
vanguardia), pertenece precisamente a Stellar Group. Calleri ahora juega a
préstamo en el West Ham, de la Premier League inglesa. Con esas maniobras
evaden impuestos y estafan incluso al club vendedor. Ése es Angelici, la espada
de Macri en el fútbol.
Por su lado, D’Onofrio declara que las sociedades anónimas destruirán
la infraestructura social y deportiva de los clubes. No la destruirán, sólo la
volverán más inaccesible de lo que es ahora para la población trabajadora, que
no puede pagar las altas cuotas cobradas por los grandes clubes para usar esa
infraestructura. Con las sociedades anónimas quedarán vinculadas únicamente con
el lucro empresarial. Los clubes chicos, librados a su suerte en el mercado,
sucumbirán inevitablemente. Macri, conviene recordar, insiste con esas
sociedades desde 1999, cuando era presidente de Boca y las propuso por primera
vez.
D’Onofrio, Moyano, Matías Lammens y Tinelli o Víctor Blanco,
no defenderán al fútbol y ni siquiera a sus clubes, porque sólo defienden sus
propios intereses de empresarios y de camarillas. Los clubes están gobernados
por agrupamientos mafiosos de barrabravas, burócratas sindicales y grandes
capitalistas, como Macri y Angelici. La ofensiva gubernamental podrá ser
detenida sólo por los únicos interesados en salvar al deporte: los socios y
simpatizantes de los clubes, organizados contra la colonización del fútbol.
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