jueves, 27 de octubre de 2016

Pablo Picasso cumplió 135 años



Por Alejandro Guerrero



Poco antes de las cuatro de la tarde del 26 de abril de 1937 cayeron las primeras bombas sobre Guernica y empezaron a sonar las alarmas antiaéreas. Se sucedieron luego tres horas y media de bombardeo. Más de 250 kilos de bombas explosivas y unos 50 kilos de bombas incendiarias se descargaron sobre la ciudad. Enseguida, aviones ligeros ametrallaron a la gente que corría por las calles en busca de refugio. Fue, tal vez, el primer “bombardeo en alfombra” contra una población civil, lo cual anunciaba el método de “guerra total” -no distingue civiles de militares y se ataca al territorio indiscriminadamente para provocar terror- que signa desde entonces las operaciones bélicas en todas partes. Hubo, según las fuentes, entre 150 y 300 muertos civiles.
El bombardeo a Guernica, por pedido del jefe fascista Francisco Franco, sublevado contra la Segunda República Española, fue ejecutado por cuatro escuadrillas Ju-52 y una escuadrilla VB88 de bombardeo experimental, respaldados por cazas Heinkel He 51, todos de la Legión Cóndor alemana al mando del teniente coronel de aviación Gunther Lützow. También tomaron parte de aquella acción cazas de Aviación Legionaria italiana.
Unos meses antes, en enero, el arquitecto catalán Josep Lluís Sert y el director general de Bellas Artes de la República, Josep Renau, le habían pedido a Pablo Picasso que pintara un mural que se expondría en el pabellón de la República Española de la Exposición Internacional de París -donde el pintor estaba radicado- entre el 25 de mayo y el 25 de noviembre de ese año. Picasso, vinculado con la República, era desde 1936 presidente honorario del Museo del Prado, en Madrid, nombrado por el presidente republicano Manuel Azaña. Cuando se produjo la masacre de Guernica, el artista pintó la que sería, quizá, su obra más conocida: Guernica, un lienzo de 3,50 metros de altura por 7,80 de ancho.
No hay en Guernica una referencia directa al bombardeo, de modo que no es una obra narrativa sino simbólica, como casi toda la producción de Picasso. Está pintada en blanco y negro con una gama variada de grises. Organizada en triángulos, impactan las figuras de un caballo agonizante, una mujer con lámpara, una casa en llamas y otra mujer con su hijo muerto.
Picasso ya era entonces un pintor famoso y millonario, una figura reconocida en el gran mundo del arte y de las galerías de renombre; era, también, un demócrata convencido y la Guerra Civil y la II Guerra Mundial -estallada inmediatamente después- determinaron sus posturas políticas ulteriores. Así, en octubre de 1944 se afilió al Partido Comunista francés, no en pos de una revolución que nunca estuvo en el ideario de Picasso sino por la paz, por la “coexistencia pacífica” que promovía el estalinismo. El artista tuvo una participación activa en los Congresos de la Paz organizados por Moscú en 1948 en Wroclaw, Polonia; en 1949 en París y en 1950 en Londres. Por cierto, Picasso no podría haber subsistido en la Unión Soviética: su obra estaba en las antípodas del “realismo socialista” (por cierto no era realista y mucho menos socialista) obligatorio para la producción artística sometida a la bota de Stalin.
Andaluz, Picasso había nacido en Málaga el 25 de octubre de 1881, hace ya 135 años. Hijo de un profesor de dibujo, deambuló su infancia y adolescencia por Galicia, La Coruña, Barcelona y Madrid, hasta que en 1904 se radicó en París, donde instaló su estudio. Esa época juvenil es la de su “periodo azul”, por el color predominante en sus telas, y en la que indaga en el “pre-cubismo”.
En 1907 pintó el óleo Las señoritas de Aviñón (Demoiselles D’Avignon), que inaugura el cubismo propiamente dicho. Fue una revolución artística, que se correspondía con los tiempos. El movimiento cubista se desarrolló entre 1907 y 1914, impulsado, además de Picasso, por los plásticos Georges Braque, Jean Metzinger, Albert Gleizes, Robert Delaunay, Juan Gris y Fernand Léger. El término “cubista” fue una creación del crítico francés Louis Vauxcelles y tuvo un sentido despectivo: al referirse a la obra L’Estaque, de Braque, escribió que estaba compuesta por “pequeños cubos”.
Fue el cubismo la primera vanguardia artística del siglo XX al romper con la perspectiva, último estatuto renacentista vigente aún en todo el siglo XIX y comienzos del XX. Eso ocurría en el mundo del arte cuando el mundo en general vivía sumido en una crisis profunda, la primera gran crisis de la dominación imperialista que en esos días era materia de estudios e indagaciones, un fenómeno novedoso. Ese mundo se encaminaba hacia la guerra, ésa era su perspectiva y el arte, a su modo, refractaba la tragedia.
El cubismo presenta figuras geométricas que fragmentan líneas y superficies. Hay en él una perspectiva múltiple, que representa todas las partes de un objeto en el mismo plano. Se deja de guardar compromiso con la apariencia de las cosas, un rostro es pintado con la nariz de perfil y el ojo de frente. Esto es: ya no hay un punto de vista único, no hay sensación de profundidad y se pinta con colores apagados, en tonos predominantemente verdes, azulados, grises y marrones. No son nuevos los temas: los cuadros cubistas muestran bodegones, paisajes, naturalezas muertas, retratos, instrumentos musicales. Cambia el punto de vista con que se miran las cosas de siempre.
Picasso fue un artista prolífico. Produjo más de 2 mil obras en las que, además de pinturas, hay dibujos, grabados, ilustraciones de libros, esculturas, cerámica, diseños de escenografía y vestuarios para montajes teatrales. Su estilo, o sus estilos, reconocen la influencia de Van Gogh, Gauguin y El Greco. Fue amigo de Igor Stravinsky y de André Breton y sentía propios los ambientes de aristócratas e intelectuales que lo mimaban junto con los críticos. Breton, en su artículo “El surrealismo y la pintura”, publicado en el cuarto número de la revista La Révolution Surréaliste, dice que Picasso es “el modelo de pintor” imposible de etiquetar, y lo considera surrealista aunque el autor de Guernica nunca adhirió formalmente a ese movimiento. En esos días, Maurice Reynal dijo de él: “El padre del cubismo se ha transformado en el hijo adoptivo de los surrealistas”.
La crítica considera que Picasso tuvo su periodo surrealista entre 1925 y 1938. Fueron para él tiempos tortuosos, de crisis personales, y su obra de entonces muestra su irritación con las mujeres. Compone obras agresivas como La danza, La mujer en el jardín o Gran desnudo en el sillón rojo, en los cuales la figura femenina se ve atractiva, perturbadora y destructora.
Había sido un estudiante brillante y precoz. Cuenta la leyenda que su padre, que había querido ser artista y no lo logró, reconoció tempranamente el talento inusual de su hijo ante sus primeros dibujos y pinturas de infancia, le entregó sus pinceles y su paleta y  no volvió a pintar en su vida. De aquellos primeros tiempos dijo Picasso:

“A diferencia de la música, no hay niños prodigio en la pintura. Lo que la gente considera genio prematuro es el genio de la infancia, que desaparece gradualmente a medida que envejece. Es posible que ese niño se convierta en un verdadero pintor un día, quizás incluso en un gran pintor, pero tendría que empezar desde el principio. Por lo que a mí respecta, yo no era un genio. Mis primeros dibujos nunca se han mostrado en una exposición de dibujos infantiles. Me faltaba la torpeza de un niño, su ingenuidad. He hecho dibujos académicos a la edad de siete años, con una precisión de la que me asusto”.

Pablo Picasso falleció el 8 de abril de 1973, a la edad de 91 años, en su casa de Mougins, Francia. 

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